La indefensión aprendida es un sesgo psicológico que sucede cuando una persona está expuesta a una situación aversiva que infringe algún tipo de daño ya sea físico o psicológico pero sin capacidad de evitarlo. Esta incapacidad de salir o la falta de recursos para afrontar este tipo de experiencia dañina termina por generar cierta pasividad ante el hecho ocurrido y una percepción en la persona de falta de defensa posible que termina por asimilar esa creencia como la única posibilidad perdiendo poco a poco toda respuesta de afrontamiento al problema. Este fenómeno psicológico es de vital importancia para nuestras vidas ya que se ve reflejado en muchos tipos de problemas personales relacionados en gran parte por la gran afectación a la autoestima que produce esta situación, generando situaciones de ansiedad y depresión en las personas que la padecen.
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En un primer momento, podemos pensar que es difícil ser víctimas de indefensión aprendida, pero es un proceso que de aprendizaje que se interioriza paulatinamente; y que necesita de un contexto en el que se interioriza esa imposibilidad de salida pesar haberlo intentado todo de alguna forma previamente. Es decir, no se cae de primeras en la indefensión sino que es fruto de intentos de afrontamiento no fructíferos.
Así se descubrió la indefensión aprendida: primer estudio
Overmier y Seligman (1967) fueron los descubridores de este fenómeno psicológico en un experimento con perros a los cuales sometió a dos perros a descargas eléctricas. El primero de ellos podía evitar la descarga pulsando una palanca; mientras que el segundo no podía escapar de la descarga, por mucho que lo intentase con otros métodos.Posteriormente, puso a los dos perros en una situación bajo las mismas condiciones y observaron que mientras que el primero sabía que podría escapar porque previamente lo había experimentado logró salir de la trampa eléctrica saltando a la zona segura, el segundo perro optó por permanecer en la misma situación sin hacer nada ni intentar evitar la descargas. Había generado un aprendizaje de indefensión ante un estímulo externo.
Características de la indefensión aprendida
Posteriormente al estudio inicial antes nombrado de Seligman, este importante psicólogo sigo estudiando el fenómeno y comprobó sus efectos sobre los humanos, reforzado además por la teoría de la atribución, por la cual le indefensión será mayor en función del estilo atributivo de cada persona en relación a las causas atribuibles a la no contingencia.
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La atribución interna, estable y global de las causas que generan el malestar crean mayor indefensión aprendida y afectan más a la autoestima que si se atribuyen a causas externas, inestables y específicas. Por eso, si los fracasos se atribuyen a factores internos estables y los éxitos a factores externos situacionales esa persona será más fácilmente víctima de fracasos escolares, laborales, familiares, etc., debido a esa indefensión aprendida y las creencias irracionales generadas. Ejemplo de indefensión aprendida por mala atribución en el mundo del deporte: “No soy capaz de marcar un gol porque no tengo suficiente talento, el gol que marqué el otro día fue de suerte porque el portero era malo”.
Déficits generados
Déficits
Tres son los grandes déficits que Seligman encontró en los individuos que generaban indefensión aprendida:
- Motivacionales: retraso en el inicio de respuestas voluntarias.
- Cognitivos: dificultad para aprender posteriormente una respuesta controlada cuando previamente no ha sido controlada.
- Emocionales: se producen desórdenes conductuales y fisiológicos típicos de la ansiedad, estrés, miedo, bloqueo y posterior depresión.
Síntomas
Relacionados con estos déficits se encuentran otros síntomas generales como son:
- Menor competitividad y agresividad ante otras situaciones similares: generalización.
- Falso pensamiento de derrota y resignación. La persona no logrará asimilar que podrá tener éxito en algún momento.
- Pasividad. Falta de búsqueda de soluciones, mente en blanco y bloqueos.
- Pensamientos distorsionados o falsas justificaciones y otros sesgos cognitivos, como el sesgo de confirmación (dar credibilidad a la información que confirme la creencia establecida como cierta). Se producen déficits en el procesamiento de la información.
- Estado de ánimo negativo. Se producirá cierta transferencia hacia un sentimiento de pesimismo y negatividad ante la vida en general. Vinculado obviamente a una baja autoestima.
- Problemas emocionales. Falta de empatía, automotivación y autocontrol emocional que pueden aminorar la inteligencia emocional de la persona.
¿Cómo nos afecta la indefensión aprendida?
Esta actitud de resignación ante una situación incontrolable podemos encontrarla en muchos ámbitos de nuestra vida y todos somos vulnerables, en menor o mayor proporción, a ser víctimas de indefensión aprendida:
- Violencia de género o en el ámbito familiar. Cuando una persona sufre violencia dentro de su propia casa, intenta salir de ella pero no lo consigue termina por crear una personalidad pasiva sobre y aguantando la violencia como si fuera la única forma de vivir. Por desgracia, las víctimas de violencia de género son muy propensas a generar indefensión aprendida.
- Bullying o acoso escolar. Cada vez son más los alumnos que sufren acoso escolar y que se sienten incomprendidos tanto por sus propios compañeros, amigos o incluso profesores y tienden a dejarse llevar por ella, lo que aminora paulatinamente su autoestima.
- Burnout o acoso laboral. Similar al caso del acoso escolar, en ocasiones se consiente situaciones de maltrato laboral por no ser capaces de salir o reconducir su vida laboral de otra forma.
- Problemas en el ámbito del deporte. Cuando un jugador falla constantemente en sus intentos por realizar un ejercicio u objetivo deportivo (marcar goles); es fácilmente sensible a generar cierta indefensión aprendida sobre la actividad que aminora su rendimiento.
- Déficit en la resolución de problemas y aprendizaje general. Genera problemas en los estudios o en los proyectos personales o laborales que terminan por dar por imposibles.
- Trastornos mentales y emocionados. Existen muchos trastornos mentales relacionados con este tipo de aprendizaje irracional, desde problemas de depresión, ansiedad o trastornos de la personalidad o trastornos alimenticios. El no lograr salir de un problema como la depresión, a pesar de los intentos, genera un bucle en la persona que incluso termina por frustrarlo. Creando por ende esta indefensión aprendida con la que convivirá conjunto con su enfermedad mental.
- Problemas de adicciones. Cuando se genera una dependencia sobre una sustancia o comportamiento y esa necesidad se instaura tan dentro de la persona que le genera ya malestar; pero a su vez sus intentos de salir de ella son inocuos se termina también por generar indefensión aprendida, que dificultará todavía más el tratamiento para la desintoxicación.
- Psicología política y persuasión. Algunos mensajes políticos pueden buscar generar un sentimiento de indefensión para manipular mejor a su audiencia generando falsas creencias sobre algún hecho determinado; esto pretende crear un bloqueo emocional que solo será liberado por la persona que lanza el mensaje, en busca de esos votos o cambio de ideología. Por tanto, puede ser usada en propaganda y publicidad.
- Situaciones de “encierro” voluntario o involuntario. En situaciones de encierro tales como centros penitenciarios o incluso residencias de ancianos; cuando vemos limitada nuestra capacidad de tomar decisiones o poner medidas para mejorar nuestra vivencia. En gran parte, esto también se vive en entornos de confinamiento, como el que hemos vivido con la pandemia actual del coronavirus.
Referencias
Overmier, J.B., Seligman, M.E.P. (1967). Effects of inescapable shock upon subsequent escape and avoid-dance responding. Journal Of Comparative and Physiological Psychology, 63,1, 28-33
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