Existen deportistas que son capaces de entrenar a un alto nivel pero que al llegar a la competición su rendimiento desciende. Las causas son derivadas todas de los estímulos y contexto diferente en el que se realizan los entrenamientos respecto a los partidos o competiciones deportivas. Es muy habitual escuchar hablar entre entrenadores sobre jugadores que entrenan muy bien pero compiten mal, o viceversa. ¿Cómo conseguir mejorar la competitividad de nuestros jugadores?
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Diferencias entre ser muy competitivo y ser buen competidor
Aprender a competir tiene como objetivo principal que los deportistas adquieran las capacidades necesarias para ser buenos competidores. Sin embargo, un deportista puede ser muy competitivo, pero no ser un buen competidor. La competitividad no solo depende de las ganas por jugar. El deportista muy competitivo es aquel que disfruta con la competición, con los retos y tiene gran necesidad por ganar y la victoria es lo que más le motiva. Esta motivación por la competición no es lo único que hace a un deportista un buen competidor. El buen competidor es aquel deportista capaz de adaptarse a la competición, al estrés que genera, al contexto, al tiempo y a tener un autocontrol en todas las situaciones del juego. De esta forma conseguirá rendir incluso en los momentos más difíciles. El buen competidor es el deportista que se adapta y autocontrola en función de las necesidades de la competición. Un jugador o deportista muy competitivo que no sea capaz de regular esta situación puede dar lugar a comportamientos perjudiciales para la propia competición al actuar de manera incontrolada por la propia ansiedad competitiva. El buen competidor será capaz de mantener su nivel óptimo de activación en el mejor rendimiento durante los momentos más propicios y manteniendo esa capacidad al máximo de forma controlada.
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Una de las mejores herramientas que tanto deportista, entrenador como psicólogo deportivo puede realizar para conseguir este nivel de competitividad óptimo es el entrenamiento en exposición y en ensayo de las situaciones lo más reales posibles.
Variables para entrenar exposición y mejorar la competitividad deportiva
La mejor forma de preparar a una deportista para la competición es trasladar al máximo ese ambiente competitivo al propio entrenamiento. Para conseguir este objetivo existen diversas estrategias de entrenamiento. En ocasiones muchos entrenadores optan por realizar tareas de entrenamiento con dificultades muy elevadas para que el jugador tenga que incrementar su nivel de atención y esté preparado por encima de lo que realmente se va a encontrar en el partido.Otra fórmula es la de aproximarse a las condiciones del partido lo máximo posible: juego real, decisiones arbitrales, simulación de situaciones de juego adversas, ruido de fondo, etc. En ambas opciones hay que tener en cuenta que la sobreactivación puede tener un efecto boomerang y volverse en contra del jugador si no es capaz de controlarlo. Es aquí donde entra el aspecto mental y psicológico, la preparación psicológica para alcanzar la eficiencia en el rendimiento deportivo.
Condicionantes para realizar un entrenamiento en exposición
Las variables que se deben considerar para realizar un óptimo entrenamiento en exposición de cara a la mejora competitiva, entre otros, son los que siguen:
- Reglas de juego, aplicar las mismas reglas en el entrenamiento que en la competición (número de faltas, reglas de saque, etc.), salvo para casos concretos específicos.
- Jueces o árbitros durante los entrenamientos que se puedan equivocar o no en sus decisiones, al igual que en el juego real. Aparecerá el factor protesta o injusticia.
- Secuenciar la participación activa. Simular los mismos tiempos de juego en estado máximo de activación óptima para cada jugador específico y tener un control sobre esos tiempos de participación del jugador. Esto nos dará datos importantes sobre su rendimiento competitivo y en qué momentos usarlos. Además, podemos trasladar esa información al jugador de cara a conseguir que mejore su autorregulación competitiva.
- Objetivos específicos. Determinar diferentes objetivos competitivos que implican tener que mantener el estado de activación o incrementarlo como puede ser la simulación de situaciones desfavorables en el resultado. Por ejemplo, vamos por detrás en el marcador y quedan tres minutos de partido; o estamos en bonos de faltas por lo que hacer una falta acarreará un lanzamiento de diez metros (en futsal).
- Añadir dificultades táctico-estratégicas. Simular el tipo de defensa que se va a recibir durante el partido, las estrategias del rival o ensayar con sistemas tácticos que haya que adaptar durante el partido de manera específica y ver como evoluciona la competitividad respecto a esas variables.
- Motivar para la competición. Incluir algún tipo de incentivo que incremente la propia actividad de competir. Podemos aplicar un reto con unas consecuencias gratificantes (intentar impulsar la motivación intrínseca) pero que sean derivadas de una buena competición. En este sentido hay que tener especial atención a evitar la sobremotivación o a lanzar mensajes excesivamente positivos que luego en el partido o juego real no se podrán llegar a alcanzar e incrementará el nivel de estrés por la frustración que produce el no alcanzar objetivos que previamente se habían sobremotivado.
- La presencia de público que normalmente no hay en los entrenamientos se convierte para muchos jugadores en un arma de doble filo. Cuando se juega ante el propio público puede ser más motivante debido al apoyo social recibido. Sin embargo, puede generar estrés o ansiedad social por miedo al fallo y recibir una evaluación social negativa del propio público por los errores cometidos. Cuando se juega con el público en contra esa hostilidad puede devaluar el rendimiento de un jugador con poca experiencia o poco autocontrol ante público. Por eso es importante abrir entrenamientos a la presencia de público. Es de gran controversia por ejemplo el hecho de que los padres asistan a los entrenamientos de los niños en las etapas formativas. Pero, ¿si van a verlos jugar por qué no los van a poder ver entrenar? El jugador se acostumbra a esa presión social del familiar viendo su juego. Eso sí, siempre y cuando exista un buen comportamiento por parte de ambos.
- Uso de nuevas tecnologías. Hoy en día, todo aquello que no se pueda simular en un entrenamiento se puede lograr con el uso de tecnología. Se pueden realizar simulaciones inmersivas en situaciones de juego o control ambiental. Todo ello con ayuda de gafas de realidad virtual, simuladores o incluso videojuegos. Aplicando tecnología o videos de manera específica que compense de alguna forma el no poder entrenar ciertas condiciones.
- Otro tipo de exposición a condiciones motivantes que puedan estar presentes en el contexto de la competición siempre y cuando sea posible. El público, megafonía, ruido de fondo, condiciones de temperatura y ambiente, música para calentar, directivos en la grada, familiares, presencia de medios de comunicación, televisión, entrevistas, etc., Son solo algunas de las posibles variables a controlar y simular.
En definitiva, entrenar es aprender a competir de la manera lo más eficiente posible para adaptar de la mejor manera posible nuestro comportamiento y pensamientos al juego real y como siempre, la figura del psicólogo deportivo cobra vital importancia para coordinar este tipo de situaciones que mejoren el rendimiento y la competitividad.
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