Las empresas más ricas del mundo son aquellas que nos venden las cosas menos necesarias. Piensa en el último modelo de un smartphone, la última prenda de moda, o el enésimo servicio de streaming que nadie necesita realmente. Vivimos en un mundo de autoexigencia y falsa necesidad que por momentos parece hasta cultural y creciente a medida que pasa el tiempo y las generaciones.
La autoexigencia que secuestra tu estrés
Esta cultura hiperactiva nuestro sistema nervioso simpático (SNS) ante una hipotética amenaza que no es tal. Menos mal que nuestro cerebro conserva su parte más esencial para reaccionar ante las adversidades cuando suceden, prácticamente de manera inconsciente. Pero mientras, le vamos acumulando carga de estrés innecesario promovido por la imperante necesidad de ser y tener más que el de al lado.
Como psicólogo, lo veo a diario: la autoexigencia se ha convertido en un yugo. Vamos a intentar analizar cómo el eustrés (el estrés bueno) se convierte en distrés (el malo), y qué podemos hacer para recuperar el control de nuestra mente, entendiendo el contexto en el que vivimos. Por que sí, el contexto de cada uno va a influir directamente en lo que uno necesita o no necesita. Nos venden la idea de que hay que salir una supuesta zona de confort cuando nos pasamos la vida buscando nuestro propio confort; lo que sucede es que lo que para uno es confort para el otro no lo es. Todo depende de la necesidad percibida y del contexto personal.
El Desgaste Biológico: La Alarma Constante del SNS
El estrés, en origen, es un sistema de alerta para sobrevivir. Ante un peligro real (Eustrés), el sistema nervioso simpático se enciende: libera cortisol y adrenalina, acelera el pulso y nos prepara para la acción. Es eficiente y tiene una fase de reposo y digestión (activación del sistema parasimpático). Esto es normal, tener estrés o cierta ansiedad es normal y bueno. El problema es cronificar o despertar este sistema cuando no es necesario, por exigencias sociales. Si por ejemplo tienes estrés porque tienes un problema con la vivienda de tipo económico pues es lógico estar en un estado de malestar, generado por el propio sistema socioeconómico a veces; lo que no lo es es si lo estás porque hoy no anduviste los 10.000 pasos necesarios que te vende tu pulsera de actividad. La cual probablemente quieras cambiar.
El problema actual es que el Distrés Crónico mantiene esa alarma encendida sin interrupción. Nuestro cuerpo sigue liberando hormonas de estrés como si el león estuviera siempre detrás de nosotros, pero la amenaza es la percepción de insuficiencia. El Impacto en el SNS: Cuando el sistema simpático está hiperactivado constantemente, el cuerpo se agota. Los niveles altos y crónicos de cortisol están vinculados a problemas cardiovasculares, supresión del sistema inmune y problemas de sueño. La presión social te enferma físicamente. La propia American Psychological Association (APA) (2013) lleva años señalando que esta autoexigencia constante y la presión por alcanzar metas irreales destruyen el cuerpo, la mente y la vida. El problema también se viene cuando estas afirmaciones son llevadas a la cultura para incrementar de esta manera el consumo de ansiolíticos y depresivos; que por desgracia está imperando también en el ámbito de la salud mental que están poniendo ahora tan de moda. Que sí, es otra necesidad impuesta que se vuelve dependencia. Lo suyo sería regularlo de otra forma y no etiquetando a la ligera a las personas que llegan a una consulta ya siendo pacientes en vez de personas con problemas que deben afrontar.
Por ejemplo, si tienes un día libre inesperado; en lugar de disfrutarlo, sientes ansiedad y tensión muscular constante (síntomas de activación simpática). Empiezas a hacer una lista mental de todas las cosas que deberías estar haciendo (limpiar, avanzar un curso, buscar un segundo trabajo). La alarma no la activa una urgencia real, sino el juicio interno de que “descansar es fallar”.
El Culto a la Perfección y la Trampa de la Comparación
La sociedad ha pasado de la disciplina externa a la auto-explotación. Hoy, la clave del Distrés es la tiranía de la posibilidad: si se puede hacer más o mejor, sentimos que debemos hacerlo. Hasta existe un término para llamar a ese sentimiento de estarte perdiendo algo, creo que se llama FOMO (Fear of Missing Out).
El Sesgo Comparativo de las Redes Sociales
La necesidad de ser y tener más que el de al lado se ve brutalmente amplificada por las redes sociales. Estas plataformas fomentan el sesgo comparativo al alza; solo vemos una versión filtrada, perfecta y exitosa de la vida de los demás. El impacto de la comparación crea una disociación entre nuestra realidad imperfecta y la “realidad” digital. La mente lo interpreta como una brecha a cerrar, obligándonos a estresarnos por metas que no son propias, sino producto del scroll constante.
Esta presión se conecta con estrategias de influencia que buscan reforzar la autoculpa. Si el sistema falla, la culpa nunca es del sistema; te sientes inadecuado o insuficiente. La sociedad nos empuja a ser los verdugos de nuestra propia eficiencia. Lukianoff y Haidt, enLa Transformación de la Mente Moderna (2018), argumentan que al sobreproteger y aislar de pequeños fracasos, las nuevas generaciones se vuelven psicológicamente más frágiles.
Un claro ejemplo, es que después de pasar media hora viendo publicaciones sobre un compañero que ha lanzado un nuevo proyecto y ha hecho un viaje exótico, te sientes profundamente insatisfecho con tu propio progreso. Minimizas el logro y amplificas el fallo, porque tu estándar no es el de la realidad, sino el de una perfección inalcanzable, muchas veces inspirada en modelos inauténticos. Hasta cierto punto, el tener una referencia o una información nueva nos puede servir de motivador para plantearnos nuevos retos o ideas de viajes, pero en general la propia aplicación te llevará a continuar viendo ese tipo de contenido. Con la finalidad de crear esa necesidad, y creándola a través de herramientas que generan dependencia como pueden ser las aplicaciones de redes sociales. El motivo no es otro que cuando una persona está bajo esa influencia y dependencia, baja la guardia crítica y su pensamiento se nubla más a la hora de tomar decisiones. Es más fácil así manipular a la gente para conseguir algo o dirigir el pensamiento. Por eso también el creciente pensamiento dicotómico de la sociedad actual. El pensamiento crítico sería la base de la educación y primera barrera de prevención.
Sesgos Cognitivos y el Falso Sentimiento de Culpa
La autoexigencia social no solo nos estresa, sino que distorsiona la forma en que pensamos, creando sesgos cognitivos que justifican la culpa ante expectativas no realizadas.
El Error del “Debo Absoluto” (Pensamiento Dicotómico)
La autoexigencia promueve un pensamiento de “todo o nada”. Cualquier cosa que no sea la perfección socialmente idealizada se clasifica automáticamente como un fracaso. Esto alimenta un círculo vicioso de autocrítica y agotamiento.
La Falacia de la Culpabilidad (Falso Sentimiento)
El sentimiento de culpa que experimentamos ante el descanso o ante no cumplir una meta inalcanzable no es un remordimiento útil (que corrige un error real), sino un falso sentimiento generado por la interiorización de estándares externos. Esta autoexigencia lleva a generar una falsa culpabilidad porque el cerebro interpreta que se ha incumplido un mandato moral. En este contexto, el mandato es “ser productivo siempre” o “ser perfecto”. No es que hayas dañado a alguien, es que has fallado a la tiranía del rendimiento, que va a depende siempre del contexto de la persona. Por eso es tan importante acudir a un profesional de la psicología en caso de que no entiendas lo que te pasa, para que te guía dentro de tu propio contexto específico.
Si por ejemplo, dejas una tarea de trabajo para mañana porque estás muy cansado. Al intentar dormir, el pensamiento intrusivo te ataca: “Eres irresponsable, deberías haberla terminado. No vales para esto.” Si hablamos de sesgos, lo que sucede en este es que tu mente magnifica la importancia de esa tarea (catastrofismo) y te aplica el juicio de “irresponsable” (etiquetado) a pesar de que el descanso es necesario y merecido.
El Contexto lo es Todo: Clase Social y Percepción del Estrés
Es crucial entender que la percepción y el impacto de esta autoexigencia están fuertemente condicionados por el contexto socioeconómico y personal. Para una clase media o alta, el estrés se centra a menudo en la excelencia, el éxito profesional desmedido y la acumulación de experiencias de ocio lujosas. El estrés es por no alcanzar el máximo potencial o no tener el cuerpo/viaje/casa perfecto.
Para una clase trabajadora o con menos recursos, el estrés es doblemente insidioso. A la presión real por la supervivencia económica y la falta de recursos (hipoteca, facturas, pluriempleo), se suma la autoexigencia cultural de “ser más” para poder “salir de la pobreza” o “no ser juzgado”. La falsa necesidad se convierte en una meta inalcanzable que solo añade culpa.
Pero el contexto no solo abarca los componentes económicos, sino la propia historia personal de cada uno; su entorno social y también su predisposición genética a tolerar unas y otras situaciones o percibirlas más o menos amenazantes.
Una persona con dos trabajos para cubrir gastos esenciales sufre un Distrés mucho más severo. Si además consume redes sociales, ve que “otros” con menos horas de trabajo “logran ser fitness, viajar, y formarse”, lo que genera el pensamiento muchas veces irracional de: “Si ellos pueden con menos esfuerzo, mi problema es que no soy lo suficientemente inteligente/productivo/capaz.” Aquí, la autoexigencia se mezcla con la desigualdad estructural, amplificando el daño.
Lo que tú entiendes por zona de confort no es lo mismo que entiende tu vecino. Para una persona el confort puede ser estar subiendo montañas, mirad a Kylian Jornet, y para otro el confort es pasar un rato con su familia. Y los dos son igual de buenas personas, seguramente. No tiene porqué ser mejor el uno que el otro, sino diferentes.
Estrategias de Resistencia: Desactivar la Alarma y ser Flexibles
Si la presión viene de afuera y la toxicidad de adentro, la solución debe ser redefinir el éxito y aprender a soltar lo innecesario.
Resiliencia sin Aguantar (Activar el Parasimpático)
La clave no es “ser fuerte” y aguantar más, sino ser flexible. La verdadera resiliencia es la capacidad de sobreponerse sin pretender ser invulnerable. Las personas resilientes no ocultan su dolor, saben pedir ayuda y aceptan que las crisis son parte del proceso. Es un acto de humildad que permite que el sistema nervioso parasimpático, encargado de la calma, pueda activarse. También es importante recalcar que no es mejor tener problemas, sino estar preparado para cuando los tengamos. La prevención se trata de no tenerlos, porque a nadie nos gusta tenerlos realmente; aunque terminen sucediendo ya sea de una u otra forma.
Reivindicar el Tiempo Sin Objetivo
Para romper con la rigidez, necesitamos la autonomía. Lecciones de la Infancia: El juego no dirigido (libre, sin reglas ni presión por el resultado) en los niños es vital para su autonomía y competencia. Como adultos, hay que hacer cosas solo por el placer de hacerlas, sin tener que etiquetarlas como productivas o fitness. Esto incrementa nuestra propia automotivación, la motivación intrínseca que es la que nos hace más autónomos y dependientes para conseguir las metas que nos propongamos.
Por ejemplo, puedes programar un espacio de “tiempo muerto” en tu agenda. Llama a esa hora “Tiempo Libre Absoluto” y úsalo para mirar por la ventana, hacer garabatos, o escuchar música sin hacer nada más. Sin embargo, como digo lo que para ti puede funcionar, pero otro no. Repito, el contexto será lo que marca qué es mejor o peor. Con este tipo de ejercicios se potencia el Eustrés de forma calmada: una actividad sin propósito, necesaria para recargar tu sistema nervioso parasimpático.
Permítete ser imperfecto
El mayor acto de rebelión en la mente moderna es permitirse ser imperfecto y dar espacio a la improductividad. Tu valor no lo dictan las horas trabajadas, ni tu cuenta bancaria, ni la aprobación que obtienes. Tu valía ya está ahí. Recuperar el control de tu estrés es un acto de autocompasión y autenticidad. Dejemos de estresarnos por lo que la sociedad exige y concentrémonos en lo que verdaderamente nos hace crecer y vivir en paz, teniendo siempre presente el contexto real que nos rodea.
Si te sientes atrapado en este ciclo de autoexigencia, recuerda que buscar ayuda profesional es el primer y más valiente paso hacia la flexibilidad.
Referencias
- American Psychological Association (APA). (2013). Comprendiendo el estrés crónico. https://www.quora.com/In-Spanish-what-is-the-difference-between-uso-usar-usas-etc-I-can-t-see-any-logic-and-googling-just-shows-me-how-to-use-Spanish.
- Lukianoff, G., & Haidt, J. (2018). La Transformación de la Mente Moderna. Deusto.
- Mirabet, M. (2023). La autoexigencia y su relación con el estrés. Ámbito Financiero. https://www.quora.com/In-Spanish-what-is-the-difference-between-uso-usar-usas-etc-I-can-t-see-any-logic-and-googling-just-shows-me-how-to-use-Spanish.
- PsicoPico. (s.f.a). 10 técnicas de manipulación mediática, según Sylvain Timsit. Recuperado de https://psicopico.com/10-tecnicas-de-manipulacion-mediatica-segun-sylvain-timsit/
- PsicoPico. (s.f.b). Resiliencia: aprender del pasado para mejorar nuestro futuro. Recuperado de https://psicopico.com/resiliencia-aprender-del-pasado-para-mejorar-nuestro-futuro/
- PsicoPico. (s.f.c). El valor del juego no dirigido en la infancia. Recuperado de https://psicopico.com/el-valor-del-juego-no-dirigido-en-la-infancia/


English
Galego


Añadir Comentario