El coronavirus ha traído a nuestra sociedad un comportamiento humano globalizado sin precedentes cercanos. Es una problemática seria que no debe ser tomada a ligera y seguir todas las indicaciones de las autoridades sanitarias y gubernamentales para conseguir controlar la pandemia del COVID-19. La responsabilidad social común y solidaria es más necesaria que nunca para ponerle freno, todos juntos.
La alarma social que se ha generado en todo el mundo está infundada en gran parte porque prevalecen la emoción a la razón por lo que las personas realizan comportamientos irracionales en situaciones cuando lo que más se necesita es la calma, la serenidad y la coherencia en nuestras acciones. Todo esto tiene un nombre de emoción: miedo.
El miedo es la emoción producida por un peligro presente e inminente asociada generalmente al estímulo que lo genera. El miedo es una reacción adaptativa de nuestro organismo que nos prepara para dar respuestas y soluciones a un problema que se nos presenta. Sin embargo, cuando el problema no somos capaces de asimilarlo de manera directa, no lo podemos ver, ni sentir, como sucede con un microscópico virus, puede generar una gran incertidumbre que sobrepase los niveles óptimos de miedo creando estados de pánico y ansiedad que pueden ser alarmantes y desadaptativos que pueden llegar incluso a paralizarnos.
Por desgracia, esto está sucediendo en algunos grupos de población que desbordan a día de hoy los supermercados de España en busca de provisiones influenciados por el miedo infundado en muchas ocasiones por la sobreinformación o la mala información que los medios de comunicación trasladan o se malinterpreta. La influencia cotidiana de los medios de comunicación sobre la población es a día de hoy una de las herramientas que mal usadas pueden colapsar una sociedad.
Esto me recuerda al famoso mensaje de la Guerra de los Mundos lanzado por el famoso actor y director Orson Welles en 1938 cuando a través de la radio narró de forma ficticia una invasión alienígena que desencadeno la histeria colectiva en todos los Estados Unidos de América. Todo era falso, pero hubo mucha gente que lo creyó. Por eso es tan importante informarse solo de fuentes oficiales, preocuparse de contrastar las noticias y evitar la sobreinformación para mantener la calma.
El coronavirus no lo vemos, no sabemos dónde está, salvo en cierto modo si te ha tocado sufrirlo de cerca, por lo que nuestros comportamientos se basan en la incertidumbre que eso genera. El miedo es una emoción que dentro de su espectro incluye otras emociones secundarios como la ansiedad, el temor, la preocupación, la consternación, la inquietud, la incertidumbre, la angustia, el susto o el propio terror.
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Todas estas emociones llevadas al extremo pueden dar lugar a fobia y situaciones de pánico que pueden volverse en nuestra contra y en la de la gente que nos rodea. Recordemos la diferencia entre miedo y ansiedad, el miedo se produce ante una situación presente real y la ansiedad hace referencia a una anticipación de un miedo futuro, incierto e imprevisible.
No puedo saber dónde está el virus pero sí puedo saber dónde estoy yo. #QuédateEnCasa
Pues bien, para reducir nuestro estado de ansiedad debido a esa incertidumbre que nos puede producir esta situación global lo mejor son las medidas preventivas, como la que se están realizando estos días en España de aislamiento social. No puedo saber dónde está el virus pero sí puedo saber dónde estoy yo. Por eso, el aislamiento y la prevención es la mejor manera de reducir nuestra ansiedad, nuestro miedo irracional porque eso sí que somos capaces de controlarlo por nosotros mismos.
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Se podría hacer una larga lista de recomendaciones para estos días de aislamiento social debido a la pandemia del COVID-19, pero estos son al menos 5 recomendaciones básicas basadas en los consejos de la Asociación Americana de Psicología:
Esta crisis histórica se superará, es responsabilidad de todos juntos y unidos, aunque esta ocasión sea desde la distancia.
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Bibliografía:
American Psychological Association. (2020). Five Ways to View Coverage of the Coronavirus. http://www.apa.org/helpcenter/pandemics
Fernández-Abascal, E., Jimenez Sánchez M.P., Martín Díaz, M.D. (2003). Emoción y Motivación: la adaptación humana.