La competición deportiva genera niveles de ansiedad que conseguir que sus niveles sean los óptimas será una de las claves para mejorar el rendimiento deportivo en cualquier tipo de actividad físico-deportiva. Recordemos la ansiedad no es ningún tipo de problema o trastorno, lo que sí lo es es su desequilibrio y el consecuente desorden que general.
La ansiedad es un sistema de alerta natural del organismo y en cualquier competición será necesario mantener unos buenos niveles de activación para mejorar la ejecución deportiva. Si no se consigue este equilibrio adecuado, la ansiedad puede afectar a los procesos fisiológicos y cognitivos del deportista hasta deteriorar la ejecución. Es decir, se pierde la concentración y la tensión deportiva óptima.
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Cuando un deportista se encuentra en un estado de “pérdida de concentración” presenta niveles más altos de ritmo cardíaco, sequedad en la boca, presión en el pecho o garganta (nudo en la garganta), temblores y una sensación de incapacidad y claridad de ideas que llega incluso a paralizarlo.
En función del tipo de actividad deportiva que estemos realizado necesitaremos unos niveles de activación u otros adaptados a las exigencias de concentración pero lo que sí parece estar claro es que no es buena ni una alta activación ni una alta relajación en el momento de la competición.
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En busca del arousal deportivo óptimo: la activación deportiva.
La respuesta a los niveles óptimos de activación la tiene el término arousal. El arousal es una activación general fisiológica y psicológica del organismo, variable a lo largo de un continuo que va desde el sueño profundo hasta la excitación intensa (Gould y Krane, 1992)
La función del arousal es responsabilizarse de la toma de energía idónea para que los recursos del deportista sean los más eficientes posibles, de mantener la intensidad de la motivación en el equilibrio del continuo del arousal. Por eso, las personas con niveles de arousal bajos se encontrarán demasiado tranquilas y relajadas lo que merma, entre otras cosas, su capacidad de reacción y sus reflejos. Por otro lado, las personas con un arousal alto tendrán más facilidad para mantenerse activadas.
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Se suele utilizar el término arousal indistintivamente para referirnos a la ansiedad o el estrés, pero en el ámbito deportivo es fundamental saber diferenciarlos. La ansiedad está más relacionada con el estado emocional de la persona y vinculada a estados de preocupación y nerviosismo, que se relaciona posteriormente con el estado de activación o arousal del individuo. Podríamos decir que la ansiedad sería la emoción que activa al organismo y que el arousal son los niveles en los que se mantiene esa activación.
La ansiedad influirá por tanto en tres sistemas de respuesta que delimitarán nuestro arousal:
- Sistema Motor: el comportamiento observable derivado: temblores, movimientos inapropiados, intranquilidad.
- Sistema Cognitivo: el estado interno, los pensamientos y preocupaciones de la persona.
- Sistema Fisiológico: incremento frecuencia cardíaca, tasa respiratoria, conductancia de la piel o volumen sanguíneo. La sobreactivación fisiológica implicará taquicardias, insomnio, sudoración excesiva.
¿Cómo afecta el nivel de activación al rendimiento?
Como venimos diciendo, en la práctica deportiva tiene vital importancia encontrar el nivel de arousal óptimo y conocer como afecta, junto con la ansiedad, al rendimiento deportivo. Durante los años, los estudiosos de la psicología deportiva desarrollaron diversas teorías.
Teoría del impulso.
La teoría del impulso o drive, desarrollada por Spence y Spence (1966) indica que la relación entre arousal y rendimiento deportiva es linea. Es decir, a medida que aumenta el estado de activación también lo hace su rendimiento:
Ejecución Deportiva (P) = Hábito (H) x Impulso (D)
El hábito (H) se refiere al orden jerárquico o dominancia de las respuestas correctas (acierto) o incorrectas (fallo) del sujeto, mientras que el impulso (D) tiene el significado de la intensidad del comportamiento.
Esta teoría está actualmente poco aceptada, ya que la sobreactivación y preocupaciones excesivas terminan por influir en la ejecución final.
Teoría de la U invertida.
Esta teoría desarrollada por Yerkes y Dodson (1908) propone que a medida que se incrementa el arousal (desde la somnolencia hasta el estado de alerta) se aumenta de manera progresiva la eficiencia del deportista en la ejecución. Sin embargo, cuando se soprepasa un cierto nivel de activación hacia la excitación comienza a decrecer el rendimiento. Es decir, existe un punto óptimo de ejecución de la tarea. Gráficamente, se sucede una U invertida en la relación entre ejecución y arousal.
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Modelo de la catástrofe de Hardy.
Mejorando los modelos anteriores está la teoría de la catástrofe de Hardy (1990). En este caso, el rendimiento y el arousal también se relacionan en forma de U invertida como en la teoría explicada anteriormente pero solo para los casos en los que el deportista no está preocupado, o sus niveles cognitivos de ansiedad emocional son bajos. Cuando el estado de ansiedad es elevado, llega un momento en el que, justo después de llegar a su estado más óptimo cualquier tipo de activación extra puede producir un notable descenso en el rendimiento de forma más drástica que en el modelo anterior. Lo que sucede es que el deportista detecta la posibilidad del fracaso, y ese miedo le hace descender rápidamente su potencial ejecución. Es lo que pasaría por ejemplo en el caso de un jugador de fútbol que debe encarar el lanzamiento de un penalti. Su activación era alta pero el miedo al fallo puede hacerle descender sus niveles de ejecución óptima si previamente consiguió su estado de activación con una estado de ansiedad elevado.
Por tanto, para que el rendimiento sea óptimo no es suficiente con alcanzar un nivel ideal de arousal, se necesita controlar el estado cognitivo de ansiedad.
Teoría de la Inversión.
En este caso, Kerr (1985) matiene que que el modo en el que el arousal de un deportista afecta a su rendimiento depende de la interpretación que el propio deportista hace de su particular nivel de arousal. Es decir, el deportista debe entender su nivel de activación o bien como una emoción agradable o desagradable y en función del momento y contexto de la práctica deportiva. Además, puede ser que varíe su interpretación de un momento a otro. Es por esto, que se vuelve importante el trabajo de la inteligencia emocional para conocer como esos estímulos externos afecta a las emociones de la persona y al comportamiento posterior derivado. El trabajo con técnicas de control del arousal es una de las herramientas más importantes para conseguir un rendimiento ideal, autocontrolando nuestros niveles de activación. Estas técnicas se deben entrenar previamente a la competición para después ponerlas en práctica tanto antes, durante como después de cada hito competitivo.
Teoría de las Zonas de Funcionamiento Óptimo.
Las zonas de funcionamiento óptimo (ZOF), teoría desarrollada por Hanin (1986) concluye que el nivel de activación de un deportista es una cuestión individual por lo que cada deportista tiene su zona óptima de activación. Determina que un deportista alcanzará su máximo nivel de rendimiento cuando su ansiedad precompetitiva esté comprendida dentro de un rango de zona óptima de funcionamiento (ZOF) quye va a depender de las características personales del individuo y de la dificultad de la tarea.
Se diferencia del modelo de la U invertida en que el estado óptimo no siempre coincide con el punto medio de la curva, puede variar de persona en persona, cada cual lo consigue antes o después. Y difiere además, en que el nivel óptimo no es un punto sino un rango ancho, pudiendo así incluso mantenerse durante más tiempo el estado de rendimiento pleno.
Los entrenadores o psicólogos deben ayudar a que los deportistas identifiquen cual es su zona óptima de activación para aprender a mantenerla o saber cuando deben realizar las ejecuciones de los ejercicios para conseguir un mayor rendimiento.
Un deportista que aprende a gestionar su activación y entiende cuando debe y cuando no debe actuar será un deportista más eficiente. Existen numerosas técnicas que ayudarán al deportista a identificar su zona óptima en función de sus características personales, fisiológicas y técnicas para rendir al máximo. Acude a un psicólogo deportivo si necesitas tomar autoconsciencia de tu nivel de activación.
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Referencias:
Gould, D. & Krane, V. (1992) The arousal-athletic performance relationship: current status and future directions. En T. Horn (ed.) Advances in sport psychology. Champaign: Human Kinetics, 119-141.
Hanin, Y.L. (1980) A study of anxiety in sports. En W.F. Straub (ed.) Sport psychology: an analysis of athletic behavior. Ithaca: Mouvement Publications, 236-249.
Hardy, L. (1990) A catastrophe model of performance in sport. En J.G. Jones y L. Hardy (eds.) Stress and performance in sport. Chichester: Wiley, 81-106
Kerr, J.H. (1985) The experience of arousal: a new basis for studying arousal effects in sport. Journal of Sport Sciences, 169-179.
Yerkes, R.M. & Dodson, J.D. (1908) The relation of strength of stimulus to rapidity of habit formation. Journal of Comparative Neurology of Psychology, 459-482
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