La ilusión de invulnerabilidad es un sesgo cognitivo debido al cual distorsionamos la percepción de las amenazas externas o riesgos que nos pueden ocurrir durante nuestras vidas. Nuestro cerebro lo utiliza para protegernos ante el estrés que supone un temor a una realidad que vemos ajena a nosotros. Si bien es una barrera defensiva de nuestro propio bienestar personal es un arma de doble filo sino se maneja de manera realista.
Este sesgo cognitivo nos invade de un optimismo no realista, que nos convierte de manera irreal en auténticos Superman, cuando de todos es sabido que los humanos y resto de especies vivimos en una incertidumbre de adversidades que nos pueden hacer caer en una situación no deseada, como puede ser una enfermedad grave, un accidente de tráfico, una relación no deseada o incluso un embarazo no deseado. Hasta que no nos pasa a nosotros o alguien cercano nuestro cerebro parece no reaccionar, con el fin de que vivamos plácidamente sin preocupaciones innecesarias y cuando llegue ya le plantaremos cara. Esto tiene un grave problema si se hace de forma generalizada: la irresponsabilidad personal y social.
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Este principio cognitivo que nace en nuestro cerebro como protector se convierte en nuestro mayor peligro, sobre todo e situaciones en las que nuestro pensamiento debería ser entendido de forma más grupal. Es el caso que se sucede ahora mismo ante la crisis sanitaria que sacude al mundo por la pandemia del coronavirus.
Al mundo lo amenaza una nueva enfermedad, COVID-19, provocada por el coronavirus SARS-Cov-2 que afecta a millones de personas en todo el mundo y que está dejando cantidades que se cuenta por miles de muertos. Las autoridades sanitaras advierten que la ciudadanía debe tomar estrictas medidas de higiene y seguridad sanitaria como son el uso de mascarillas o el distanciamiento social. No se cansan de repetirlo en todos los sitios.
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Sin embargo, a la sociedad le sigue costando enfrentarse a esa realidad que muchos de ellos ven demasiado lejos, porque no les habrá tocado vivirla de cerca. Esta ilusión de invulnerabilidad ante un virus invisible crea una falsa sensación de seguridad que hace bajar la guardia y cometer graves actos de irresponsabilidad.
A ti no te pasará hasta que te pase.
Cuando sentirse invulnerables es un acto de irresponsabilidad
Irresponsabilidad personal, pero sobre todo social. Somos egoistas por naturaleza, primero nosotros y luego los demás, y nos cuesta entender que si nos salvamos nosotros podemos salvar a los demás y a la vez a nosotros mismos, porque lo que ahora mismo no te toca a ti puede llegar de rebote, cual efecto mariposa: estoy infectado sin síntomas; transmito el virus a una persona que a su vez se lo transmite a otra; esa otra vuelve a tener contacto conmigo y me transmite más carga viral que logra que ahora sí empiece a notar los síntomas y no solo eso, sino a todos mis allegados y seres queridos.
Esta irresponsabilidad social es similar a la vivida en relación a la transmisión del VIH que la enfermedad del SIDA. Durante años se necesitó realizar una profunda concienciación en la sociedad sobre el problema y campañas de propaganda para hacer entender lo importante que era la responsabilidad social para evitar la propagación del virus y que a día de hoy sigue siendo necesaria.
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Esta falsa percepción de control sobre nuestra vida creó una ilusión de invulnerabilidad sobre todo en la juventud. Los datos revelados del estudio Ilusión de invulnerabilidad, estereotipos y percepción de control del SIDA en universitarios publicado en la Revista Iberoamericana de Psicología y Salud en 2015, podrían servir de ejemplo para el caso de la transmisión del COVID-19. En el caso del SIDA se promovía el uso de preservativos, ahora el uso de mascarilla.
Auto-justificarse no sirve para parar al COVID-19
La invulnerabilidad nos sirve para mantener un estado de calma interior y un estado de motivación personal alto para que posibles riesgos no nos paralicen en nuestro día a día, pero no se puede llevar a los extremos y racionalizarlo de manera eficiente. Esto es derivado también de lo que en psicología se llama sesgo de confirmación que hace referencia a que intentamos siempre justificar nuestros pensamientos de alguna manera.
Por ejemplo, diciendo que si el uso de mascarilla puede ser incluso peor para las vías respiratorias, que si se conoce gente que tuvo la enfermedad y no la transmitió a familiares, etc. Tendemos a auto-justificar nuestros actos para hacerlos racionales a nuestra manera. Por eso es tan importante también la buena educación emocional en estos aspectos para generar una sociedad más empática.
Superman también lleva mascarilla
Ponte la mascarilla, respeta la distancia social. Solo son dos normas, que esperemos se empiecen a interiorizar de manera natural para parar una enfermedad que estará presente en nuestra sociedad durante un largo periodo de tiempo y prevenir la vuelta al confinamiento. Tú también puedes salvar vidas.
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Referencias:
Rojas-Murcia, C., Pastor, Y., Esteban-Hernández, J. (2015). Illusion of invulnerability, stereotypes and perception of control to AIDS in undergraduate students. Revista Iberoamericana de Psicoogía y Salud, 6(1), ppp 28-38
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