Cómo evitar las goleadas en el deporte, es uno de los temas de discusión con más polémica dentro de los clubes deportivos, federaciones y colectivos organizadores de competiciones ya sean de fútbol, futsal, baloncesto, balomano o el deporte que sea. Es un tema delicado que afecta sobre todo cuando los resultados se producen en categorías inferiores, abriéndose un amplio debate sobre las consecuencias sobre la formación y progresión de los jugadores implicados tanto como para el equipo que recibe la goleada como para el que la encaja. Pero, ¿cómo afecta realmente a los niños estos resultados abultados?
Las opiniones son diversas pero en la mayoría de los casos los efectos de la goleada son maximizados y mediatizados por agentes externos: medios de prensa, padres y madres de los jugadores, entrenadores, etc. Se centra la importancia en el resultado cuando en lo que se debe de centrar es en lo que realmente sucedió durante el partido, en el juego en sí. Es decir, se pudo haber ganado de goleada perfectamente habiendo cumplido ambos equipos los objetivos marcados por sus entrenadores independientemente del resultado. Sin embargo, siempre habrá alguien que le saque punta a todo.
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Dicho de otra forma, el niño lo que quiere realmente es jugar y el problema se produce cuando a un partido se le da más importancia a una causa extrínseca (el resultado) sobre la importancia intrínseca de la propia participación en el juego y el aprendizaje. Es una etapa formativa y los resultados son la consecuencia del aprendizaje y no al revés. Algo estamos haciendo mal si a lo que le estamos dando importancia mediática es al resultado real cuando lo que habría que analizar es cómo se produjo ese resultado dentro del terreno de juego y como influye en la motivación de los jugadores.
He visto partidos que terminan en goleadas en los que el equipo que la recibe está igualmente disfrutando del juego y aprendiendo dentro de sus capacidades. Y lo mismo del equipo que termina ganando. En psicología a eso se le llama tener una experiencia óptima.
La experiencia óptima se logra cuando están en armonía:
Si se cumplen estos objetivos se ha demostrado que los deportistas que realizan actividades que no suponían un gran reconocimiento externo (resultado, dinero…) reportaban recompensas intrínsecas por el simple hecho del esfuerzo por conseguir sus metas personales. No lo digo yo, lo dicen las investigaciones de Mihaly Csikszentmihalyi (1975, 78, 79) uno de los máximos exponentes en psicología que ha investigado sobre motivación intrínseca.
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Por tanto, para conseguir una motivación intrínseca se necesita que las características de la tarea realizada proporcione sentimientos de competencia y autodeterminación y que satisfagan necesidades personales tales como la eficacia, la curiosidad de manera que proporcionen una causación personal. Es decir se debe conseguir que los jugadores sean los agentes causales de la propia conducta independientemente de la recompensa extrínseca (resultado).
Se otorga por tanto un significado estructural al hecho de que realizar la actividad en sí misma es el fin (jugar), cuando se desvía esta meta a un resultado externo empiezan los problemas motivacionales. Si no se cumplen estos puntos y no se consigue la experiencia óptima y encima te han goleado (o has goleado) es cuando algo no está funcionando bien.
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Se habla de que los niños puede frustrarse si reciben goleadas y abandonar el deporte pero solo será así si no se ha trabajado correctamente los motivos intrínsecos anteriormente explicados. De hecho, en muchas ocasiones la frustración se produce precisamente porque los agentes externos le dan demasiado valor al resultado (padres, entrenadores, medios de comunicación…), por lo que realmente está frustrando al niño es el no lograr una meta maximizada por factores externos. El abandono por tanto no es tanto por el resultado sino por las formas. Ahí reside la importancia de gestionar un buen feedback con nuestros jugadores y saber comunicar y reforzar debidamente.
Los goles son un refuerzo positivo (si se marcan) o negativo (si se encajan) pero existen otras variables que deben superar el valor del incentivo del gol para que se siga practicando el deporte de forma causal.
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No se trata de evitar las goleadas sino de conseguir que el niño aprenda en cada partido y situación, una derrota puede mejorar incluso sus niveles de resiliencia si es bien gestionada y no podemos tampoco ponerles las cosas demasiado fáciles, una parte de la motivación es la superación de retos.
En este otro artículo se explican algunas de las medidas que se pueden tener en cuenta para reducir el impacto de los resultados abultados: Goleadas en el deporte: soluciones y medidas de prevención.