El pensamiento grupal se produce cuando las personas con una mentalidad similar dentro de un grupo acaban por tomar decisiones erróneas por el hecho de pertenecer a dicho grupo. La toma de decisión sobre una temática se ve influenciada por la búsqueda de la unanimidad dentro del grupo, lo cual llega a superar una valoración más realista o analizada de otras opciones alternativas. Un pensamiento grupal puede llegar a desvirtuar la percepción de la propia realidad.
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Según esta definición de pensamiento grupal, formar parte de un grupo psicológico puede hacernos cambiar de opinión en el beneficio de la opinión general del grupo. Pero, ¿cómo se llega a pertenecer a un grupo?
Las condiciones necesarias y suficientes para que un determinado colectivo se convierta en un grupo psicológico son tres:
La primera y tercera condición se subsumen en la segunda, ya que la creencia grupal fundamental es “somos un grupo”. Son creencias grupales aquellas convicciones que los miembros del grupo son conscientes de compartir y que consideran definitorias de su grupalidad.
Bajo ciertas circunstancias, el grupo puede convertirse también en un factor de resistencia al cambio, ejerciendo entonces un profundo impacto sobre la conducta correspondiente de sus miembros individuales.
Pocos procesos grupales ilustran mejor este punto que el pensamiento grupal, descubierto y estudiado por el psicólogo Irving Janis (1972, 77), que lo define como una cierta forma de pensar que surge cuando, dentro de un grupo cohesivo, la búsqueda de consenso llega a ser tan acuciante que hace pasar a un segundo plano la evaluación realista de líneas alternativas de acción.
El pensamiento grupal puede caracterizarse como un síndrome complejo, en el que cabe distinguir tres grandes categorías de procesos grupales:
La primera recoge aspectos directamente relacionados con la conducta intergrupal y los conflictos reales o percibidos con otros grupos rivales o, simplemente, distintos. El pensamiento grupal se caracteriza por una percepción exagerada de la corrección y rectitud moral de los planteamientos del propio grupo y una visión estereotipada, homogénea, excesivamente uniforme y habitualmente peyorativa de los miembros del otro grupo.
La segunda incluye una serie de ilusiones compartidas por los miembros del grupo en relación con la capacidad de éste para abordar los problemas a los que se enfrenta:
La tercera incluye los aspectos más coercitivos, que desempeñan también su papel en el establecimiento del pensamiento grupal:
Los procesos anteriores se refuerzan con una fuerte presión hacia la uniformidad, que se traduce en un rechazo frontal de las críticas dirigidas por algunos miembros al procedimiento seguido para alcanzar la decisión grupal, o que lleva a la supresión directa de la posibilidad de que los miembros del grupo expresen dudas o reservas sobre la forma de actuar de la mayoría grupal. La autocensura funciona como un mecanismo interno con una función similar.
Janis apunta a la existencia de una figura muy peculiar del pensamiento grupal, los llamados guardianes de la mente, miembros del grupo que toman a su cargo la tarea de mantener la ortodoxia grupal y denunciar las posibles desviaciones. Son los líderes que guían a un grupo con sus seguidores que toman decisiones en función de este.
Y tú, ¿piensas de manera grupal?