Las frases motivacionales o de vida invaden las redes sociales. Con una simple frase, si es buena, se pueden llegar a recibir miles de likes o “me gustas” y ser compartida de inmediato por aquel que se sienta identificado con el significado de la frase. La búsqueda del refuerzo positivo del like viraliza su uso hasta masificar nuestros muros o timelines de Facebook, Instagram o Twitter. No nos olvidemos tampoco de ese grupo de Whatsapp que todos tenemos en el que lo único que se hace es compartir este tipo de contenido. Vamos a intentar explicar por qué gustan este tipo de frases.
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Existen muchas y originales frases de vida o motivacionales pero para que funcionen tiene que existir una cierta predisposición positiva previa en la persona que la recibe. El receptor de la frase ha de tener un estilo activo de personalidad, es lo que se conoce en psicología como optimismo disposicional. El optimismo como variable de la personalidad hace referencia a la tendencia a creer que se experimentarán buenos resultados en la vida (Sheier y Carver, 1992).
Esta predisposición inicial está relacionada con la autoeficacia percibida, entendida ésta como la convicción propia de ser capaz de llevar a cabo con éxito una determinada conducta. Es decir, una persona con una autoeficacia percibida baja y con bajo optimismo disposicional el simple hecho de ver una frase no le motivará lo suficiente como para realizar un cambio en su vida.
Eso no quiere decir que nunca funcionen, simplemente que no lo hacen con todo el mundo por igual y no hacen “magia” por sí solas. De hecho, una frase de este estilo en manos de una persona que no se encuentra bajo cierta predisposición positiva incluso podrían llegar a ser contraproducentes al generar frustración, sentimientos de incapacidad y falsas comparaciones con terceros.
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Una vez sabido que tiene que existir una predisposición positiva inicial existen algunos criterios psicológicos para que funcionen. Su funcionamiento puede ser explicado por la psicología cognitivo-conductual bajo el paradigma del condicionamiento encubierto, más concretamente gracias al auto-reforzamiento positivo encubierto y la aserción encubierta.
Se produce auto-reforzamiento positivo encubierto cuando imaginamos una conducta objetivo y nos autoadministramos de forma imaginada sus consecuencias reforzantes positivas. Por tanto, si una frase consigue despertar en nuestra imaginación una situación beneficiosa para nosotros esa imagen podrían servir como estímulo motivador (refuerzo) hacia la realización de una conducta.
En cuanto a la aserción encubierta, se produce se produce la interrupción del pensamiento negativo y posteriormente lo rellenamos con uno positivo. Es decir, si estamos en mala racha y vemos un frase con un objetivo positivo, podría hacernos detener un pensamiento negativo, aunque sea por un instante, creando espacio para incorporar un pensamiento positivo, vinculado a la frase que estamos leyendo.
Estamos entrenando a nuestro cerebro para la realización de una conducta.
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¿Cuál es tu frase favorita?
Una de las mías se encuentra en la letra de la canción “Mi Coco”del grupo español Piratas:
La pena dura tanto como quieras tú seguir llorando.
Deja en comentarios tu frase favorita 🙂
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Referencias: Sheier, M.F. y Carver, C.S. (1992). Effects of optimism on psychological an physical well-being: Theorical overview and empirical update. Cognitive Therapy and Research, 16. 201-228