El término complejo procede del latín complexus, que describe aquello que es compuesto por varios elementos. Uno de sus mayores y conocidos usos es en el ámbito de la psicología y muchas veces es utilizado sin demasiado criterio para hacer referencia a algún problema de personalidad que demasiadas veces se utiliza de forma prejuiciosa, todos hemos escuchado a alguien decir aquello de “fulanito tiene complejo de inferioridad” o cosas similares cuando realmente eso no es lo que le pasa. La gente tiende a hablar demasiado rápido cuando un problema de este tipo puede ser más complejo y no se arregla solo llamándolo complejo, valga la redundancia.
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En psicología el complejo se define como el conjunto de sentimientos inconscientes, vivencias o experiencias individuales integradas en una experiencia de conjunto que las totaliza. Generalmente estas experiencias fueron vividas en la infancia e influyen posteriormente en la personalidad. El concepto es utilizado por las diferentes corrientes psicológicas pero fundamentalmente por los enfoques dinámicos y analíticos, y aunque menos, en los enfoques cognitivo-conductuales.
Fue Carl Gustav Jung el primero en introducirlo en la teoría psicoanalista, definiéndolo como un conjunto de ideas con una carga emocional muy elevada que pauta nuestra forma de ser. Sigmud Freud, decía que cada persona tendría sus propios complejos en alguna u otra medida. Es famoso el complejo de Edipo y Electra, del cual hablaremos en otra ocasión.
Es la rebelión del hijo contra el padre, del discípulo contra el maestro. El complejo de Aristóteles se da por la necesidad irracional de imponer el propio criterio siempre, de llevar siempre la razón a toda costa. Se puede dar a todas la edades y es el caso de esos hijos rebeldes que se enfrentan a los padres o a sus profesores, o en los adultos que actúan con prepotencia sobre los demás.
La procedencia de este nombre hace referencia a a Aristóteles (384-322 a.C.), famoso y destacado filósofo de la Grecia antigua discípulo de Platón (427-347 a.C.). El alumno Aristóteles se creyó muy superior a su maestro Platón y trató de imponer sus palabras y razonamientos por encima de su experimentado maestro. Incluso llegó a creer que los fundamentos filosóficos de Platón no tenían ningún tipo de fundamento, valga de redundancia (otra vez). De hecho, cuando Platón murió, Aristóteles abandonó Atenas, abandonando la escuela platónica e iniciando su crítica. No obstante, los trabajos de Aristóteles fueron de gran importancia, considerándose el padre de la lógica y la biología.
Sin embargo, esta obsesión por superar al otro y creerse mejor que él es difícil de detectar ya que se suele confundir con algo muy diferente: la autoestima saludable. Es decir, el tener espíritu crítico y la necesidad de defender nuestros propios puntos de vista o razonamientos implica una valentía personal por la que no nos dejamos llevar por todo aquello que nos dicen. Cuando nos empeñamos de manera obsesiva en llevar la razón a toda costa, es cuando se produce el problema. El complejo puede transformarse en un complejo de superioridad, cuando además de creerse mejor y hacerse oír se intenta acallar las opiniones de los demás, prevaleciendo nuestra “verdad absoluta”. Esto te convierte en una persona arrogante, prepotente, pero sí, también acomplejada.
En la fa
Eliminar un complejo es tarea compleja debido a su naturaleza inconsciente pero al menos para poder reducir sus efectos será productivo intentar seguir estos sencillos consejos.
¿Conoces a alguien más que pudiese tener complejo de Aristóteles? ¡Cuidado con los prejuicios!
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Sí conozco a alguien que tiene complejo de Aristóteles: soy yo. No sabía que se llamaba así pero ya he estado tratando de hacer lo que has sugerido sin saberlo. Desgraciadamente hay muchas personas de mi generación que han sido criadas por madres de este tipo y hemos caído en el error de, para aumentar una autoestima pisoteada, pasarnos al otro extremo. Lo que a mí me ha dado mucho resultado es reconocerlo pero no sólo para mí sino asumir el firme propósito de disculparme puntualmente con las personas involucradas. Al principio se siente humillante, vergonzoso y hasta doloroso, pero hacerlo público sirve como otra "bandera roja" porque así los demás se animarán a decírnoslo la próxima vez (en lugar de evitarnos y huir) lo que reforzará nuestro propósito. Y si somos madres o padres esto es más necesario y urgente aún, no hay nada peor que una madre con complejo de Aristóteles. Gracias, muy buen artículo.
Hola Dani.
Muchas gracias por tu comentario. Muy interesante el modo el que has afrontado tu caso. Seguro que es de gran ayuda para otros lectores que se sientan identificados.
Gracias.
Un saludo,
Iván Pico
No creo que sentirse superior a otros sea malo, si te crees superior a otros, haces cosas que los otros no hacen.
sí, como ser un capullo