La disgrafia es un trastorno del aprendizaje de la expresión escrita. Los niños y niñas con este problema presentan dificultades para escribir correctamente con las consecuencias que ello conlleva a la hora de expresarse, relacionarse y aprender. Los escritos de estos niños pueden ser casi ilegibles o de una realización de sus trazos muy lenta. Además, suelen cometer errores ortográficos graves debido a una incapacidad para vincular los sonidos con las letras que debe escribir.
Existen otros trastornos del aprendizaje relacionados con la disgrafia, como son la dislexia o la discalculia ya que las zonas cerebrales afectadas por todos ellos son ampliamente compartidas, por lo que se deben tener en cuenta a la hora de la evaluación e intervención. Los profesionales especialistas en realizar este diagnóstico son de carácter interdisciplinar, fundamentalmente por parte de un logopeda y un psicólogo infantil, además de terapeutas ocupacionales, psicopedagogo o los propios maestros ya sea de educación infantil, primaria o especial.
El trabajo del grupo terapéutico enfocará su labor en la estimulación cognitiva para la mejora de los procesos atencionales, mejora de pautas corporales y la estimulación necesaria para que el niño o la niña relacione correctamente el significado con el trazo de la letra o palabra de forma coordinada, siendo los ejercicios de motricidad fina y la lateralidad parte importante del trabajo. Los ejercicios guiados suelen ser los que mayor facilidad de aprendizaje presentan para estos casos hasta conseguir que se consolide de manera automática la escritura a los sonidos y significados.
A la hora de realizar el tratamiento se deben tener en cuenta otros posibles trastornos asociados, como atencionales u otras patologías previas y adaptar los ejercicios a las necesidades de los niños. La realización de fichas de grafomotricidad, colorear dibujos, rellenar espacios o incluso trazar líneas en el aire suelen ser de gran ayuda. Además, se debe tener en cuenta la mejora postural y el esquema corporal general.
Existen dos grandes tipologías de disgrafia. Por un lado la evolutiva, más común en los niños en torno a los 7 años que están en proceso de aprendizaje de la escritura o incluso en adultos analfabetos. La disgrafia adquirida no se produce por déficit propio del aprendizaje sino que el problema es derivado de lesiones cerebrales. Además, dentro de cada uno de estos grandes grupos podríamos diferenciar entre dos subtipos propios de ambos tipos de disgrafias:
Son muchos los síntomas que pueden alertar tanto a los padres, profesores o profesionales de que la persona está teniendo problemas con su escritura, cuanto antes se identifiquen y se pase a realizar un trabajo conforme a las necesidades educativas especiales del niño mejores resultados se producirán. Algunas señales de alerta son las siguientes:
Si detectas alguno de estos problemas es importante acudir a un profesional para iniciar las pautas apropiadas para redirigir el proceso de enseñanza-aprendizaje.