La incertidumbre es uno de los principales motivos por los que se genera ansiedad y miedo a un futuro del que no conocemos sus circunstancias. Es imposible tener controladas todas las variables que nos pueden suceder en nuestro día a día por lo que tendemos a relajar nuestra atención a algunas de ellas para evitar tener que pensar en ellas constantemente. Esta dejadez mental puede generar un sesgo cognitivo en relación a nuestro optimismo ante la vida, puede generar una falsa ilusión de invulnerabilidad. No somos inmortales, no somos irrompibles y si bien tener ese pensamiento nos facilita tener que no pensar en ello constantemente para seguir con nuestra vida no quiere decir que no vaya a sucedernos algo grave que altere gravemente el transcurso de nuestra vida y de la gente que nos rodea, de nuestra familia, de nuestros hijos, de nuestros allegados más preciados.
En cierto modo sí tenemos la posibilidad de tener esta parte de nuestra vida ciertamente controlada, y es mediante la contratación de un seguro de vida que nos garantice que si nos pasa algo, ya sea por fallecimiento o por invalidez, el futuro económico lo mantengamos estable y fuera de ese intervalo de incertidumbre. A lo largo de nuestra vida construimos un proyecto tanto personal como en común con otra gente allegada a nosotros de nuestro círculo de confianza (pareja, hijos, familia, compañeros de trabajo, etc.). Nuestro proyecto personal es un castillo de naipes que vamos colocando cuidadosamente y paso a paso con nuestro esfuerzo y dedicación, pero que un simple soplo, o una circunstancia totalmente inesperada lo puede derrumbar y dejar sin nada o en situación de vulnerabilidad económica al resto de componentes de nuestro proyecto. Esta inseguridad puede generar un malestar que nos impida disfrutar al máximo de nuestra vida por ese miedo a perder todo lo que se ha conseguido e incluso esa herencia perjudique a nuestros allegados. Por tanto, tener atados estos posibles imprevistos puede fomentar una mejora de la calidad de vida y el bienestar personal presente y futuro. Hay que tener en cuenta que los imprevistos por causas de salud aunque son más probables a medida que entramos en la vejez, el resto de circunstancias a las que estamos expuestos como los accidentes puede darse cuando todavía disfrutamos de nuestros mejores años o incluso con una mayor probabilidad al estar todavía más expuestos a posibles accidentes. ¿Vamos a limitar nuestra vida por esta inseguridad?
Algunos de los problemas a los que estamos expuestos y y un seguro de vida e invalidez nos puede mantener nuestras responsabilidades una vez sucedido el accidente son:
La responsabilidad de ser madre o padre nos cambia la vida también en el propio sentido de vivirla. Es probable que limitemos determinadas actividades de riesgo para evitar males mayores al tener a nuestro cargo y dependencia a otras personas. Por ejemplo, existen muchas personas que dejan de realizar paracaidismo, descenso en bicicleta de montaña u otro tipo de deportes de riesgo que les llena de adrenalina pero que en un momento dado se paran a pensar en sus posibles consecuencias para su progenie y deciden dejarlo por ese motivo. Es otra de las buenas causas para poder contratar un seguro de vida que, en parte, genera confianza ante el temor de un percance no deseado.
Evidentemente, cada personas es diferente y algunas tienen ese sentimiento de invulnerabilidad más o menos desarrollado, pero lo que es importante es que no pasa nada y es perfectamente viable tener una mentalidad abierta a este tipo de garantías, se debe pensar más como una inversión que como un gasto. Al igual que se hace cuando contratas un seguro de automóvil o del hogar. Tu vida es lo más importante, ¿por qué no asegurarla?Sentirse invulnerable puede llegar a ser un acto de irresponsabilidad, al igual que sucede en esta época que vivimos de pandemia, donde parece que mucha gente cree que nunca le tocará vivir la enfermedad en sus propias carnes o en las de sus allegados. Parece que los males ajenos siempre están lejos, cuando realmente nos pueden tocar con casi la misma probabilidad que cualquier otro. Justificarse en un “a mi eso no me pasará” o con cualquier tipo de argumento es un sesgo de confirmación que se adentra en nuestra conciencia y como decimos los protege de pensamientos negativos, pero la realidad de la vida es más dura de lo que a veces pensamos, o mejor dicho, queremos pensar.
Vivimos en una sociedad en la que reina la proliferación de un falso optimismo sobre la vida. El optimismo nos puede ayudar a motivarnos siempre y cuando sea un optimismo realista y coherente con lo que puede o no suceder. Dejarnos llevar solo por el optimismo idealista puede ser que nos haga caer desde un lugar mucho más elevado del que merecemos, por eso tener un colchón que aminore esa caída desde lo más alto puede ser de gran ayuda para aliviar los efectos colaterales, sobre todo económicos, que una crisis de salud pueda traer a nuestra vida. La vida es para disfrutarla y para hacerla disfrutar. Lo más valioso, protégela.