Inteligencia Emocional

Gestión emocional en la adolescencia: pautas para padres

La gestión emocional en la adolescencia permite tener un manejo adecuado de lo que se siente. Los padres son los acompañantes de sus hijos en el proceso de crecimiento, por lo que resulta ideal que cuenten con algunas pautas para que los chicos logren gestionar sus emociones.La gestión emocional se trata de identificar lo que se siente y modularlo, lo cual no quiere decir que se trata de un control absoluto de las emociones, ya que esto no sería realista. 

Gestión emocional en la adolescencia

Luego de la gran difusión que alcanzó la teoría de Howard Gardner sobre las inteligencias múltiples, muchas personas comenzaron a interesarse por la inteligencia emocional, la cual consiste es la capacidad de identificar lo que se siente e indagar en cuál es la causa que origina dicha emoción. Las emociones pueden variar en un mismo día, por ello es necesario conocerse bien a fin de tomar buenas decisiones y poder regular adecuadamente lo que se siente, en lugar de solo reaccionar. Muchos padres educan desde el miedo o desde la sobreprotección, otros lo hacen desde el autoritarismo, cuando lo ideal sería educar en la gestión emocional para los adolescentes, al ser adultos, puedan tener mayor control sobre algunos eventos de su vida, tengan buenas relaciones con los demás y desarrollen más confianza y seguridad.

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Pautas para padres

Algunas recomendaciones para que los padres enseñen a sus hijos a gestionar sus emociones son las siguientes:

  1. Crear un ambiente en el que haya confianza: lo ideal es que exista un ambiente en el hogar en el que tanto adultos como pequeños se sientan cómodos con la idea de expresar lo que sienten y que, a su vez, puedan escuchar a los demás con empatía y buscar soluciones. En este ambiente, son los padres quienes deben enseñar a sus hijos que es normal sentir tristeza o rabia cuando sucede algo que no se tenía previsto y no es favorable, pero que no se trata de una situación insuperable, pues todo es pasajero.
  2. Enseñar a identificar las emociones: es importante colocarle un nombre a lo que se está sintiendo, ya que la forma en la cual se narra lo que se vive, puede cambiar la manera en la cual se percibe. Para muchas personas es difícil expresar cómo se siente, no pueden decir “me siento triste” o “estoy enojado” y esto es algo que se debe aprender en el hogar.
  3. Validar lo que se siente: en diversas ocasiones los padres restan importancia a lo que los adolescentes sienten, lo relativizan o creen que no se trata de problemas serios, pero la verdad es que cualquier emoción es válida y tiene una función. Se deben evitar las frases como: “no llores”, “no pasa nada”, “no te molestes” y, más bien, acompañarles y decirles: “comprendo lo que estás sintiendo, también lo he sentido”, por ejemplo.
  4. Enseñarles a cuestionar y a validar: los sentimientos se pueden cuestionar y las emociones validar. Se les debe enseñar a los jóvenes que, aunque es válido lo que sienten, ello no justifica el comportarse de forma inapropiada, como cuando se grita, se golpea o se desobedece a los padres.
  5. Dar el ejemplo: es importante que los padres observen cómo se comportan, ya que, al final, los chicos terminarán por observar e imitar el comportamiento de sus padres.

Se recomienda que los padres se reúnan con los adolescentes y conversen sobre una emoción, reflexionando sobre cuál es la utilidad de la misma. Esto se puede hacer una vez a la semana. Si un día se charla sobre la tristeza, por ejemplo, se puede argumentar que ella sirve para atender a ciertas necesidades que se puedan tener y reconocer una pérdida. 

Isbelia Farías

Isbelia Farías, filósofa, formada en Logoterapia