Si bien no es su temática favorita para recaudar millones en taquilla, el cine también suele abordar problemas cotidianos como la salud mental.
Es el caso de “Las ventajas de ser invisible”. Bajo el riesgo de ser catalogada en un rubro saturado, el filme del 2012 propone la historia de Charlie, un adolescente introvertido con traumas en la niñez que llega a una nueva escuela.
La ansiedad y ataques de pánico del personaje en su período de adaptación definen la marcha de la historia, alejándose de chiclés relacionados con el despertar sexual.
Pese a todo, Charlie consigue amigos, los hermanastros Sam (Emma Watson) y Patrick (Ezra Miller), con quienes vive las mejores experiencias de su vida hasta entonces.
A pesar de ello, los problemas de salud mental de Charlie permanecen de forma constante e influyen en su vida amorosa. “Aceptamos el amor que creemos merecer” es una de las frases claves de la trama que no solo define sus relaciones a futuro, sino un trauma infantil.
Pero no es el único filme que aborda el tema. La película Mi psicólogo imaginario (Dr. Bird’s advice for sad poets) presenta la historia de un joven con depresión. Sin embargo, en este filme, la ayuda que recibe no viene de parte de sus amigos, sino de una paloma a quien le habla como a un psicólogo.
Para los críticos, el filme no solo plantea el problema de la salud mental en las personas, sino que normaliza la terapia.
La ONU reportó que la depresión y la ansiedad aumentaron en un 25 % para el 2020, debido a la pandemia.
Al respecto, el Centro Europeo de Monitoreo de Drogas y Adicciones señaló que España ocupa el primer lugar entre los países con consumo legal de benzodiacepinas. Se trata de medicamentos con efecto hipnótico, ansiolítico y de relajante muscular.
Un consumo que guarda relación con el 10,4 % de la población que sufre de cuadros de ansiedad de moderado a grave, mientras que el 4,1 % tiene depresión.
Un problema que implica políticas de gobierno para destinar recursos en programas y formación de profesionales. Esto con la finalidad de llegar a la media europea de 18 psicólogos por cada 100.000 habitantes. En España, la media es de apenas 6.
