El talento es la capacidad de entender y desempeñar una actividad de forma destacada sobre el resto de personas que también la practican, convirtiéndose en un referente para aquellos que lo rodean dentro de ese ámbito de actuación común. Estas personas suelen demostrar una gran lucidez, creatividad e ingenio en la materia en concreto que los hacen sobresalir por encima de los demás.
Las personas con talento se caracterizan de manera práctica por nueve grandes rasgos generales:
El talento sin el trabajo necesario para pulirlo se puede desperdiciar
. No todas las personas son capaces de mantener esas condiciones innatas para un determinado puesto de trabajo o una actividad concreta, ya sea en el deporte, la enseñanza, la dirección empresarial o realizar encaje de bolillos. Se pueden tener las cualidades necesarias para desarrollar esa habilidad de manera más eficiente que los demás y potenciarlas o bien por el contrario no ser capaz o no encontrar el contexto apropiado para su construir sobre ese cimiento un mayor potencial.
El carbón es al talento lo que el diamante al trabajo. El talento sin trabajo solo es carbón. (Iván Pico)
Eso no quiere decir que las personas sean mejores o peores por el hecho de llegar o no a ser talentosas en algo. Seguramente todo el mundo tenga una cualidad en la que sea capaz de destacar sobre los demás y ni tan siquiera lo sabe, o no está lo suficientemente valorada. El talento se suele asociar con el mundo de la dirección empresarial, de la captación del talento o por ejemplo en el deporte. Es de todos conocida la expresión del jugador con talento. Pues muy bien, por mucho talento que se tenga si no se dan las variables necesarias para explotar esa cualidad solo el talento no llegará a ser productivo. Para explotar el talento se necesita trabajo, al igual que para que una piedra de carbón potencialmente talentosa, se termine por convertir un diamante potencial.
Por tanto, tras esta reflexión, podemos deducir la ecuación del trabajo en base a la formulada por el experto en recursos humanos Dave Ulrich en 1997. El talento se componen de dos variables fundamentales: capacidad y compromiso.
Por tanto, como ya decíamos en las características generales de las personas talentosas, las dimensiones del talento son tres:
Las tres dimensiones se relacionan entre sí como piezas fundamentales para conseguir potenciar el talento por lo que a la ecuación propuesta por Ulrich se le debería imponer la acción que es fundamental para que el engranaje funcione y gire hacia el talento. Esta acción se puede dar o no en función del contexto, que es el que posibilita poner en funcionamiento las cualidades y compromiso. Por mucho que de los dos primeros puntos se tenga, se vuelve indispensable tener donde ejecutar o el apoyo necesario para desarrollar el talento.
Este desarrollo del talento se puede proporcionar a través de la enseñanza, la formación, los valores que se le inculcan a la persona en la organización y otorgar las oportunidades, el ambiente y las herramientas necesarias para potenciarlo. Toda organización debería invertir en la búsqueda de talento, tanto a nivel interno como externo, explotarlo y gestionarlo para mejorar el rendimiento de la persona que lo posee y por tanto a la organización en sus objetivos. Todos salen ganando. Sentirse talentoso en algo es una de las cualidades más autorrealizadoras para cualquier persona que lo motivará e incentivará a mantenerla.
Y tú, ¿qué talento tienes?
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Referencias:
Ulrich, D. (1997). Recursos humanos Champions. Ediciones Granica