¿Qué hace que una persona vuelva a poner dinero frenéticamente en una máquina tragaperras? ¿Por qué los jugadores apuestan el mismo número una y otra vez en la ruleta? Cuando apostamos en el casino, varios sesgos cognitivos alteran nuestra capacidad de razonar.
Un sesgo cognitivo es una forma de pensar que afecta a nuestra capacidad de razonar de forma lógica o racional. Cada uno de nosotros está sujeto a estas desviaciones del procesamiento mental a diario, pero la mayoría del tiempo ocurren de forma inconsciente. En condiciones de estrés o de excitación, utilizamos procesos de pensamiento automáticos que nos llevan a actuar de forma irracional. Esto puede parecer obvio, pero es importante entender que incluso cuando hacemos algo que nos gusta, como jugar al casino o a la lotería, estos sesgos cognitivos están presentes. Si a la noción de estrés se le añade la de emoción, cuando se juega al póquer o cuando se está cerca del bote en una máquina tragaperras, estos sesgos cognitivos son aún más intensos. Estos son los 5 sesgos cognitivos que afectan más a los jugadores de casino.
También conocido como la falacia del apostador, este sesgo cognitivo consiste en creer que un acontecimiento anterior puede influir en el siguiente. Si la ruleta se detiene cinco veces seguidas en el rojo, tendemos a pensar que es más probable que caiga en el negro la próxima vez. En realidad, como los sorteos son independientes, la probabilidad es siempre la misma: una de cada dos. Del mismo modo, una serie de pérdidas en una máquina tragaperras nos lleva a creer que la máquina acabará “devolviendo el dinero”, por lo que seguimos jugando.
El exceso de confianza es la tendencia a sobrestimar sus propias capacidades. Se ha demostrado que este sesgo existe en varios ámbitos: más de la mitad de las personas creen tener una inteligencia superior a la media. El exceso de confianza afecta sobre todo a los juegos de estrategia, en los que tendemos a creer que tenemos más talento que otros jugadores, lo que nos lleva a asumir más riesgos.
La mayoría de la gente suele pensar que las muestras grandes son más representativas para calcular las probabilidades. Cuando se presenta una baraja de 100 cartas con 15 cartas ganadoras, la probabilidad de sacar una carta ganadora es del 15%. Otra baraja de 10 cartas con dos cartas ganadoras da un 20% de probabilidad de ganar, que es mayor que la baraja anterior. Sin embargo, tendemos a creer que tenemos más posibilidades de ganar con las 15 cartas.
Cuando pensamos en los juegos de azar, nos imaginamos inmediatamente las monedas que gotean de la máquina tragaperras o el ganador de la lotería que grita de alegría cuando descubre sus números ganadores. Excesivamente mediáticos y promovidos por los propios casinos, estos ejemplos pretenden poner estos recuerdos a disposición de nuestro cerebro. Así, cuando apostamos, recordamos estas escenas que nos parecen cercanas, aunque la probabilidad de ganar sea muy baja. Este es el principal atractivo para los jugadores de casinos.
La ilusión de control es la tendencia a creer que tenemos el poder de controlar acontecimientos que están totalmente fuera de nuestro control. Los estudios psicológicos han demostrado, por ejemplo, que los jugadores tiran los dados con suavidad cuando esperan números bajos, y con más fuerza cuando quieren números altos. Esta ilusión de control puede ser activa, como en este ejemplo o totalmente pasiva. En este caso, el jugador se dice “Como hoy tengo suerte, debo hacer mayores apuestas”.