El sexo es una de las motivaciones humanas más básicas y adaptativas, sin ella nuestra especie no existiría ni evolucionaría. En sí, el sexo es necesario para procrear por lo que se ha desarrollado una motivación extraordinaria por la consumación relacionada con la búsqueda de pareja. Es una necesidad primaria tan fuerte que en ocasiones se puede convertir en un arma de doble filo: la adicción al sexo. La culturización de la sexualidad, la exposición al sexo, la inmediatez con la que se puede consumir sexo (del tipo que sea), la facilidad de acceso en algunos casos y la presión social que se ejerce alrededor de esa cultura sexual forman parte de los factores que contribuyen a que esa necesidad biológica básica se convierta en un impulso incontrolable que necesite de un tratamiento para la adicción al sexo que permita retomar el control de la vida de la persona que sufre esta condición.
Podemos definir la adicción al sexo bajo el el concepto general de adicción ya que funciona a nivel cerebral e manera similar a la de cualquier otra adicción. Por tanto, la adicción al sexo es la dependencia a un comportamiento sexual determinado que le produce a la persona cierto alivio o placer cuando la practica. Esta situación llega a convertirse en un problema crónico que perturba el resto del contexto de la persona: entorno personal, laboral, económico y social ya que su vida comienza a girar solo entorno de conseguir ese alivio o placer a través de la práctica sexual. En toda adicción el detonante que nos motiva a continuar con la práctica es el “chute” de dopamina (neurotransmisor cerebral necesario para la motivación) en el cerebro que refuerza esta conducta. Exactamente igual que sucede con otras adicciones. La persona no logra conseguir alivio personal si no es a través del sexo. Además, al igual que otras adicciones, puede generar tolerancia lo que implica que la persona necesite de más y más cantidad de estímulos sexuales para satisfacer su necesidad física y psicológica.
La adicción al sexo se puede presentar de diversas formas: con la misma pareja, con diferentes parejas sexuales, a través de la prostitución, con diferentes tipos de relaciones físicas o no (solo presenciándolas), a través de la masturbación compulsiva, el abuso de la pornografía, el exhibicionismo o voyeurismo o el sexo colectivo.
Reconocer que se tiene una adicción al sexo a veces es complejo, tanto por la propia persona como la dificultad que acarrea que el entorno familiar de la persona se entere de este problema. ¿Eres un adicto al sexo? Si respondes a varias de estas preguntas de manera afirmativa quizás debas plantearte acudir a un centro especializado como el de Centro de adicciónes Orbium y ponerle freno al problema cuanto antes:
El sexo debe ser para disfrutar de la vida, no para que te la controle.