Vivir en el extranjero es una experiencia transformadora: nuevos retos, nuevas oportunidades y un sinfín de aprendizajes. Pero también puede traer consigo momentos de incertidumbre, soledad o ansiedad. Por eso, cada vez más expatriados en todo el mundo buscan apoyo psicológico para gestionar el proceso de adaptación y cuidar su salud mental.
En este contexto, hay un aspecto que muchas veces pasa desapercibido y, sin embargo, resulta decisivo: el idioma de la terapia. Poder expresarse en la propia lengua marca la diferencia entre sentirse limitado o encontrar un espacio auténtico y seguro donde abrirse.
La lengua materna es, en realidad, la lengua de las emociones: en ella no necesitamos filtros, traductores internos ni explicaciones extra. Nos permite hablar desde lo más profundo, con autenticidad y sin miedos. Por eso, hacer terapia en tu idioma nativo no es solo una cuestión de comodidad, sino una herramienta poderosa para conectar con lo que realmente sentimos.
El idioma como llave emocional
El idioma no es solo comunicación: es memoria, identidad y emoción. Cuando hablamos en nuestra lengua materna, podemos conectar mejor con recuerdos, sensaciones y experiencias profundas. Al contrario, en un idioma que no dominamos al cien por cien, aparecen bloqueos: cuesta encontrar las palabras adecuadas, surgen dudas sobre si nos están entendiendo y, en ocasiones, sentimos que lo que decimos no refleja realmente lo que pensamos o sentimos.
En la terapia psicológica, donde la precisión emocional es tan importante, esa diferencia se convierte en un factor clave.
“Hay personas que me cuentan que en otro idioma sienten que hablan ‘con la cabeza’, pero en su lengua materna hablan ‘con el corazón’. Esa diferencia es fundamental en terapia, porque lo que buscamos no es solo entender, sino conectar con lo más profundo de cada uno”, explica Luana.
Un reto común entre expatriados
Independientemente del país de destino, muchos expatriados comparten un mismo dilema: ¿hacer terapia en el idioma local o buscar un profesional que hable su lengua materna?
Ambas opciones son válidas, pero quienes han probado la segunda suelen coincidir en que hablar en su propio idioma les dio mayor confianza, fluidez y cercanía. En definitiva, pudieron centrarse en el proceso terapéutico sin la “traducción interna” constante.
Una psicóloga italiana en Barcelona
Un buen ejemplo es el caso de Luana Del Monte, psicóloga italiana en Barcelona. Muchos italianos residentes en Barcelona valoran poder contar con una profesional que entiende no solo su idioma, sino también los matices culturales que lo acompañan.
Esto no solo genera más comodidad, sino que facilita que las emociones fluyan de forma auténtica y que la relación terapéutica sea más sólida desde la primera sesión. Aunque el caso de Luana está en Barcelona, refleja una realidad que se repite en cualquier ciudad con comunidades internacionales: los expatriados necesitan profesionales que comprendan sus lenguas y culturas de origen.
Le hemos preguntado a Luana del Monte, que lleva más de 15 años ofreciendo consulta en Barcelona en italiano y en castellano, cuáles son, desde su experiencia, los principales beneficios de realizar una terapia en el idioma nativo.
“Cuando una persona puede expresarse en su lengua materna, noto que se siente más libre y auténtica. No tiene que detenerse a buscar palabras ni temer que no se le entienda.
Esto permite que las emociones fluyan con más naturalidad y que lleguemos más rápido a la raíz de lo que le preocupa. Además, compartir un mismo idioma nos conecta también culturalmente: hay gestos, referencias o incluso formas de pensar que se comprenden mejor cuando hablamos el mismo idioma. Por eso siempre digo que hacer terapia en tu lengua no es un lujo, es una herramienta fundamental para que el proceso sea más profundo y transformador.”
Beneficios de la terapia en tu idioma
Hablar en tu lengua materna durante la terapia no es un simple detalle, sino un factor que puede transformar por completo la experiencia. El idioma actúa como un puente hacia la autenticidad y la confianza, elementos indispensables para que el proceso terapéutico avance. Cuando el expatriado puede expresarse sin filtros, las sesiones se vuelven más fluidas, el vínculo con el terapeuta se fortalece y los resultados llegan antes.
- Confianza inmediata: la sensación de ser entendido sin esfuerzo crea un vínculo más fuerte con el terapeuta. No es necesario explicar constantemente lo que se quiere decir, lo que elimina la inseguridad y abre la puerta a una relación terapéutica más sólida desde el primer encuentro.
- Mayor profundidad emocional: en la lengua materna, los recuerdos y las emociones emergen de forma más auténtica. Esto permite abordar traumas, vivencias de la infancia o experiencias dolorosas con mayor precisión, algo que en otro idioma podría quedarse en la superficie.
- Reducción de bloqueos: cuando no existe la barrera lingüística, la persona fluye en la conversación sin miedo a equivocarse o a ser malinterpretada. Esto ahorra energía mental y deja más espacio para centrarse en el trabajo emocional, en lugar de en la traducción interna.
- Acompañamiento cultural: un terapeuta que comparte tu trasfondo cultural, entiende referencias, valores y matices que trascienden las palabras. Esta comprensión va más allá del idioma y refuerza la sensación de cercanía y apoyo, algo esencial para quienes viven lejos de su país de origen.
“A veces me dicen: ‘por fin alguien entiende lo que quiero expresar tal cual lo siento’. Esa confianza inicial ya es medio camino recorrido en el proceso terapéutico”, comenta Luana.
Para cualquier expatriado, cuidar de la salud mental es tan importante como adaptarse a la vida profesional o social en un nuevo país. En este camino, poder hablar en tu idioma con un psicólogo que entienda tu cultura puede ser la clave para sentirte acompañado y avanzar en tu proceso personal.


English
Galego


Añadir Comentario