Hoy, 10 de octubre, se conmemora el Día de la Salud Mental, lo cual está muy bien para visibilizar los problemas que sufren millones de personas diagnosticadas con algún tipo de trastorno mental en el mundo. Esto es muy importante, pero quería explicar una breve reflexión sobre este boom excesivo o la mala interpretación del concepto “salud mental”.
Que se visibilice la salud mental está muy bien, porque hay gente que la sufre en silencio y es una forma de hacerles entender que no están solos en su enfermedad, pero lo que no se puede es normalizarla. Creedme que es mejor que no tengas un problema real de salud mental, no lo romanticemos porque sino tendremos un problemas de generalización de enfermedades mentales que harán que parezca que hay una crisis de salud mental cuando no es tal en términos generales.
La salud mental es un problema clínico cuando existe un diagnóstico, debidamente mantenido en el tiempo y estudiado por parte de profesionales, que pone nombre a un problema que limita la vida de las personas que lo sufren y que identificarlo ayuda a poder contrarrestarlo. Sabiendo lo que le pasa a la persona, se pueden realizar tratamiento psicológicos y farmacológicos atendiendo a la raíz del problema, que en la mayoría de los casos es producido por algún tipo de desajuste químico en los neurotransmisores de la persona. Por tanto, saber qué está pasando en su cerebro es importante para ayudar a mejor su salud mental. Esto sí es salud mental.
El resto, o la mayoría de las sobreetiequetaciones que se hacen de problemas vitales normales como supuestos “problemas de salud mental”, no son problemas de salud como tal, sino situaciones personales que se deben gestionar y que no se van a solucionar dando un tratamiento farmacológico. Es un proceso cognitivo de aprendizaje, por tanto de educación, de psicoeducación, que prevenga malas tomas de decisiones e influencias que desencadenen emociones descontroladas. Se trata de formar personas resilientes, capaces de superar crisis. Sin medicación y sin tratamiento psicológico porque le dicen, por ejemplo, que tiene “ansiedad”. Como si la ansiedad fuera mala en un inicio de la misma, lo único que sucede es que está mal entendida y eso genera un bucle de pensamiento y de etiquetación que se normaliza. Esto todos sabemos a qué sector le interesa: sí, el farmacéutico. Vaya, que sorpresa.
La salud es un factor de bienestar, obviamente, pero no el único. Previo a esto existen otros factores que delimitan la sensación de bienestar individual y son en su mayoría de veces relacionados con aspectos de bienestar social, económico y educativo. Que te deje tu pareja no es un problema de salud mental, porque estar triste es lo mejor que te puede pasar en ese momento y lo más normal del mundo. Es una estrategia evolutiva para buscar apoyo y ayuda y mejorar. Porque en la vida, no todo es happy y feliz y tenemos que aprender a sobreponernos a momentos complejos y problemas, porque la mayoría de nuestra vida se basa en solucionar problemas. Lo que pasa es que nos están vendiendo todo lo contrario: que tenemos que ser felices. Y eso es una falacia. La felicidad solo son momentos puntuales, que nos sirven de motivación para seguir intentando tener más momentos así. Nada más.
Se habla de la importancia de la salud mental, cuando muchas personas no tienen sus necesidades vitales básicas o el acceso a una vivienda digna está por las nubes; o en el plano de la educación nadie nos enseña a pensar de manera crítica para evitar caer en manipulaciones e influencias, esas influencias que a través de las redes sociales se disparan en una sociedad cada vez más comparativa de unos y otros.
Nuestras acciones son el medio para el bienestar social real. Por tanto, menos decir que “sin salud mental no hay salud” y más poner el foco donde está realmente los problemas de las personas. Los problemas del día a día, para que aprender a resolverlos evite que las personas acaben cayendo en un trastorno mental de verdad. Siempre lo digo, antes de psicólogos clínicos deben existir psicólogos sociales y educativos que ayuden a las personas a mejorar los aspectos cognitivos de sus propias decisiones, que posteriormente si no están bien reguladas, desencadenarán en procesos emocionales no controlables.
Por favor, un respeto a la salud mental; un respeto al bienestar social básico que llevaría a una mejor salud general, y no solo mental.