Recuerdo una anécdota de mi infancia que ilustra a la perfección la importancia de la vulnerabilidad. Cuando tenía unos 6 años, crucé corriendo una calle para ir a junto mi padre que se encontraba del otro lado. Lo hice por la línea más recta que vi que era viable, sin mirar otro tipo de peligros, sin mirar si venían coches. Me atropellaron. Mi padre salió corriendo a recogerme y el conductor se bajó del coche a auxiliarme. Era un paso de peatones, pero yo crucé sin sentir ningún tipo de vulnerabilidad, sin sentir riesgo, precipitado.
Esa experiencia me enseñó una lección invaluable: la vulnerabilidad no es sinónimo de debilidad. Al contrario, es una fortaleza que nos permite reconocer nuestras limitaciones, pedir ayuda, observar, reflexionar y aprender de nuestros errores. Sin embargo, en la sociedad actual, la vulnerabilidad suele ser malentendida y vista como un signo de fragilidad. Al contrario de lo que puede parecer, desde mi punto de vista, inyectar a nuestros jóvenes esta sensación de que todo pueden y que nada les va a pasar es una estrategia de manipulación mediática que se instaura constantemente a través de mensajes en redes sociales que bloquean el pensamiento crítico y la reflexión sobre lo que nos rodea.
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Por eso, los jóvenes son más susceptibles de caer en este tipo de problemas de presión e influencia social: porque vienen de serie con un principio de invulnerabilidad que van gestionando a través de los años con su madurez. Y aún así, a los adultos también les cuesta entender esto correctamente. Uno de los efectos inmediatos de pensar que ser vulnerable nos vuelve débiles, en vez de fuertes, es que se crean unas expectativas por encima de la realidad que genera baja tolerancia a la frustración, baja autoestima y otro tipo de problemas de mala gestión emocional por no verse capaz de conseguir aquello que se supone que nos dicen que sí somos capaces de hacer. Efecto rebote.
Los medios de comunicación, en ocasiones, presentan una imagen distorsionada de la realidad, donde la invulnerabilidad se convierte en un ideal inalcanzable. Héroes invencibles, personajes famosos sin defectos, vidas perfectas, gente millonaria sin esfuerzo, o la presión por ser el más guapo o guapa, el que más dinero tiene o el mejor en todos los sentidos, son ejemplos recurrentes. Seguro que has visto en alguna red social tipo Tik Tok o Instagram algún video de gente exponiendo este tipo de ideales en sus vidas. Esta idealización de la invulnerabilidad tiene un impacto en la sociedad, especialmente en la juventud, que puede verse afectada de la siguiente manera:
Esta sensación de ser invulnerable genera en las personas la falsa necesidad de hacerle caso a aquel que le indica una solución a sus problemas de manera inmediata. Es decir, le han creado un problema que generalmente no existe, para que a partir de ahí surja un salvador (persona o cosa) que alivie esa necesidad de ser el mejor; y esto es uno de los principios básicos de la manipulación mediática. Encima todo esto prometiendo un reforzamiento instantáneo, prácticamente sin esfuerzo de por medio, por eso hablamos ahora de sociedad de la inmediatez. Ya no sabemos posponer un éxito o basarlo en nuestro propio trabajo y esfuerzo, fortaleciendo así nuestra propia motivación interna, y no basándola en una motivación o promesa externa; pero esto sería fuente temática para otro artículo sobre motivación humana (la de verdad).
La vulnerabilidad es un estado emocional natural que nos permite conectar con nuestras emociones y necesidades más profundas. Es la capacidad de abrirnos a los demás sin miedo a ser juzgados o rechazados. En cambio, la invulnerabilidad es una percepción errónea que a menudo encontramos en la juventud. Los niños y adolescentes, en su afán por explorar el mundo, se sienten invencibles. Ignoran los riesgos y creen que nada malo puede ocurrirles. Esta falsa sensación de seguridad puede llevarlos a cometer errores graves, a ser más influenciables y manipulables por parte de otros.
Otro de los ejemplos que suelo poner en mis clases es que si no sintiésemos vulnerabilidad podríamos jugar al borde de un acantilado de 100 metros de altura, sin temor a caernos, sin revisar las medidas de seguridad o sin preguntar los posibles riesgos. Y ya sabemos que puede suceder si no somos capaces de sentirnos vulnerables a caernos: que nos caemos. Para saber que los niños se sienten más invulnerables respecto a este ejemplo, solo hace falta que te imagines a un niño en una acera caminando con su familia, es bastante probable que el niño por su propia naturaleza vaya jugando por el bordillo de la acera. Porque los niños juegan y tienen que seguir jugando, pero deben ser guiados también para aprender antes de ser atropellados.
No se trata de que sea una vulnerabilidad extrema, debe ser también en su justa medida, pero si lo hacemos correctamente seremos capaces de contemplar las vistas que nos brinda el acantilado de una forma más segura y que además servirá para modular nuestra gestión del miedo de manera coherente.
Lejos de ser una debilidad, la vulnerabilidad es una herramienta fundamental para el crecimiento personal. Al aceptar nuestra propia vulnerabilidad, podemos:
Es fundamental que los niños y adolescentes aprendan a comprender la vulnerabilidad desde una perspectiva emocional para que esta educación cree personas que mejoren su autogestión emocional, la automotivación y la resolución de conflictos de manera más eficiente:
1. Educación emocional en el hogar y la escuela:
2. Fomentar la comunicación abierta y honesta:
3. Exponerlos a modelos de conducta vulnerables:
4. Promover el desarrollo del pensamiento crítico:
5. Crear espacios seguros para la expresión y el aprendizaje:
6. Ser un modelo de vulnerabilidad auténtica:
Una de las cosas por las que estoy más orgulloso es por poder impartir charlas y talleres sobre estas temáticas en colegios e institutos, el otro día me puse a contar cuántas llevaba y, ¡he superado ya las 500 charlas! Y que sigan. Me parece fundamental poder acercar este conocimiento a los más jóvenes para que aprendan a pensar mejor, a decidir mejor y a generar más habilidades emocionales y comunicativas que eso sin duda será la mejor prevención de lo problemas futuros; y una vez más gracias a sentirse vulnerable de forma correcta y activa.
Si quieres aprender más sobre pensamiento crítico e inteligencia emocional aplicada, desde el punto de vista de la psicología, no dudes en ponerte en contacto conmigo, o con cualquier psicólogo especializado en la temática.