Todo el mundo está hablando que si el confinamiento produce ansiedad, estrés o si todo esto puede repercutir en nuestro bienestar psicológico. Sin embargo, el problema no es realmente ese en sí, sino de quién proceda o de qué contexto se trata para cada cuál, no seamos alarmistas. De hecho, para un gran número de personas estos momentos de confinamiento están siendo una balsa de aceite para sus estados psicológicos. Muchas personas prefieren estar más aisladas que presionadas por las sociedad en la que vivimos, ya sea por propia convicción o por algún tipo de problema mental que pueda estar padeciendo.
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El hecho de estar en casa metidos significa en gran parte una escapatoria a la vida ajetreada, a su estrés y a su ansiedad comunitaria que genera tanto acto social obligatorio, trabajo desafortunado y situaciones diarias que nos incomodan hasta devaluar nuestro estado emocional y psicológico. Tanto es así, que en multitud de ocasiones estamos deseando llegar a casa. Ahora parece que de repente todos estamos deseando salir de ella. Pero, no todos.
La gente que sufre de ansiedad generalizada o alguna fobia están viviendo sus mejores días en años. ¿Por qué puede ser esto? El trastorno por ansiedad generalizada es aquel por el cual una persona muestra una preocupación constante o muy a menudo respecto a multitud de cosas sin que sea capaz de controlar esos pensamientos, que a su vez generan comportamientos irregulares. Estas personas que ahora mismo se encuentran en una zona cómoda, dentro de sus casas, han visto aliviados parte de sus síntomas ya que no tienen que enfrentarse a muchas de sus preocupaciones diarias. A su vez, el estado de ansiedad global debido a la crisis que vive el resto de la humanidad crea también una falsa expectativa de que sus preocupaciones no eran tan grandes como la actual crisis mundial y que su ansiedad se ha expandido de manera comunitaria por lo que se rebaja en cierto modo ese sentimiento de soledad interna producida por las preocupaciones personales, que ya no son personales, sino comunes a mucha otra gente.
Por supuesto, no hablamos de todas las personas, solo de aquellas que debido a esta crisis ven apartadas las preocupaciones que lo inmovilizan. Otras, están sufriendo crisis de ansiedad debido a problemas que se han vuelto mayores, aquellas personas más hipocondríacas con mayor miedo al virus, personas a las que se les ha trasladado su preocupación al ámbito económico o incluso al ámbito personal debido a la pérdida de relaciones íntimas o mala gestión de éstas debido al confinamiento. También incluyo en este apartado a aquellas personas que ahora tienen que compaginar sus trabajos con el cuidado de niños o mayores durante un mayor tiempo del habitual y que en un principio puede general altos niveles de estrés. Además, se está produciendo un fenómeno en un porcentaje alto de la población con la conciliación del sueño y la higiene del sueño. Por algún motivo, soñamos y nos despertamos más y eso puede afectar al nuestro estado emocional. Otro gran motivo de preocupación es el colectivo de las personas con trastornos del ánimo, como la depresión grave, que pudo verse incrementada debido a la extrema soledad de algunos casos.
«La libertad supone responsabilidad. Por eso la mayor parte de los hombres la temen tanto». George Bernard Shaw.
Ahora bien, ponte por un momento en la piel de una persona que sufra fobia social. Estas personas evitan a toda costa los actos sociales o todo aquello que los exponga ante un público, por vergüenza a no estar a la altura o pensar non capaces de realizar ciertas actividades que para otros resultan cotidianas y normales, como puede ser ir a la carnicería y pedir correctamente. Estas personas, generalmente con una autoestima baja, les cuesta realizar cosas sencillas que impliquen relacionarse con otras personas por miedo al qué dirán los demás de sus actos. Estas personas están viviendo actualmente bajo una falsa realidad que les rebaja a mínimos sus estados de ansiedad: el confinamiento.
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Se acerca el momento de salir de nuestras casas y de retomar nuestras vidas, de ser libres. Mucha gente ya había creado rutinas en aislamiento social y aparcado el resto de obligaciones laborales y sociales por lo que el retorno a la realidad tendrá también sus consecuencias. Como explicamos en los párrafos anteriores, las personas con más miedos e inseguridades que vivían en una burbuja sin preocupaciones tienen que enfrentarse a ellas de nuevo y deben prepararse para ello. Pero, el resto de personas también tendrán que enfrentarse a situaciones de incertidumbre básicamente centradas en, como se suele decir, salud, dinero y amor:
Todo esto puede volver a las personas un poco más irascibles hasta que no retomemos la auténtica normalidad, ya que recordemos que durante un tiempo solo existirá “nueva normalidad” adaptada a seguir evitando la expansión del virus. Por ese motivo, aunque nos dejen libres que sea con responsabilidad o volveremos a caer en la trampa. Dicen que los humanos somos los únicos animales que tropezamos dos veces con la misma piedra. Sin responsabilidad no hay libertad.
Según un estudio publicado por la revista The Lancet en marzo de 2020, es posible que existan efectos psicológicos negativos en una gran número de personas tras la cuarentena relacionados con el estrés postraumático, aumento de la irritabilidad, depresión y ansiedad. Durante la cuarentena estos síntomas ya suelen ser evidentes, pero no terminan ahí sino que se pueden prolongar incluso durante varios años.
La razones que argumentan en mayor medida la posibilidad de sufrir estos efectos psicológicos negativos del confinamiento son:
Vivimos una época de crisis pero ahora más que nunca tenemos que valernos de una de las mejores capacidades humanas: nuestra resiliencia.
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Referencias:
Samantha K Brooks, S.K., Webster, R.K, Louise E Smith, L.E., Woodland, L., Wessely, S.,Greenberg, N., Rubin, J. (2020). The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the evidence. The Lancet Vol 395, 912-920