Decía el fallecido Nelson Mandela que “en un mundo de diversidad, el racismo es un crimen contra la humanidad”, razón no le faltaba al emblemático defensor de los derechos humanos. La lucha contra el racismo y la discriminación racial continúa en una sociedad que parece que sólo se preocupa de este problema cuando le toca de cerca o cuando afecta a su equipo de fútbol. Es el caso actual de los insultos sufridos por el jugador del Real Madrid, Vinicius Jr. por parte de la afición del Valencia.
Estos hechos mediáticos despiertan más interés y diálogo social que, que cuando afecta al vecino con el que convivimos puerta con puerta y que parece que nos cuesta más empatizar con él. Este tipo de fenómenos sociales hay que aprovecharlos para condenar las situaciones de disciminación racial y no, como algunos hacen, para vender más periódicos o vender y fortalecerse en una ideología política concreta aprovechando que son las elecciones locales potenciando incluso más si cabe la desigualdad, utilizando la ola de racismo a su favor para influenciar en las masas con el objetivo de tener más votos. Dais vergüenza.
El racismo desde la psicología
El racismo es un constructo social y cultural aprendido que genera una creencia de superioridad o inferioridad entre razas o etnias de una MISMA especie que afecta generalmente a las minorías de una población. No existe ningún tipo de predisposición genética hacia el racismo, por lo que se aprende mediante la socialización, la educación, los valores y las actitudes discriminatorias que nos influencian a través del ambiente y el contexto social en el que vivimos. Solo hay que ver a dos niños pequeños de diversas etnias jugar entre ellos sin ningún tipo de problema. Las creencias racistas se generan con el tiempo por las vivencias y experiencias que se acumulan, la mayoría de ellas sin ningún tipo de fundamentación real, sino por un estereotipo que se pasa de generación en generación, pero repito, no porque nos venga los genes sino porque nos lo inculcan así, y que en nuestra ignorancia, creemos como ciertos sin más, sin llegar ni a ponerlo en duda ni despertar una crítica o reflexión sobre ello. Este aprendizaje racista es similar a otro tipo de discriminaciones, como pueden ser la xenofobia, homofobia, o incluso los estereotipos de género.
Distanciando personas
Esta discriminación entre personas genera una serie de prejuicios negativos y estereotipos, generalmente falsos, que generan situaciones de odio, violencia, desigualdad y discriminación en diversos ámbitos de nuestra colectividad que no hacen más que incrementar la distancia social entre personas. Por eso, el racismo es un problema social y estructural que debe ser abordado desde la educación, el diálogo intercultural y la promoción de los derechos e igualdad de oportunidades independientemente de la raza o etnia. Esto lleva tiempo hacerlo. Algunos de los ámbitos donde se produce este tipo de discrminación racial son en la educación, empleo, vivienda, sistema judicial, acceso a la salud, cultura, deporte, comunicación, política o economía. Prácticamente todo aquello que implique una interrelación social está afectado por el racismo. | Artículo relacionado:Orientación para la igualdad de oportunidades y la justicia social en el ámbito laboral
¿Por qué somos racistas si nadie dice serlo?
La sociedad es racista. Esto es un hecho. Estoy seguro de que si a las mismas personas que insultaron a Vinicius Jr., u otros, en un campo de fútbol, se les pregunta en una encuesta a pie de calle por sus valores o creencias racistas es probable que contestara que para nada es racista. Sin embargo ¿por qué en el campo de fútbol dijo esas barbaridades?Vamos a intentar explicarlo desde la psicología. La razón no es otra que esa influencia social que nos ha inculcado esa creencia, a veces de forma muy sutil, generando un racismo inconsciente. Las encuestas son diferentes a la realidad, por el contexto en el que se suceden. Cuando tenemos un aprendizaje de base creado, sobre todo en las edades más tempranas de nuestro desarrollo, de cualquier ámbito que sea, ya sea racista, de consumo o ideologías diversas se crea un patrón en nuestro cerebro que genera una especie de imagen relativa a esa creencia, ya sea falsa o no. | Artículo relacionado:¿Dirías todo lo que dices en internet a la cara?Cuando evocamos esa imagen nuestro cerebro va a procesarla de manera automática porque es más fácil para él construir así la realidad, con lo cual si esa imagen era racista y no se produce un proceso reflexivo la conducta que vamos a realizar será la automática y primera creada en nuestro cerebro. Por eso, en un campo de fútbol, donde la responsabilidad se diluye, las emociones se disparan por el sentimiento de pertenencia y simpatía, nuestro cerebro se encuentra más desinhibido, desbloqueado y sin control procesual por lo tanto generará la respuesta automática: racista. Esa misma persona, es probable que en otro tipo de ambiente, donde sí tenga tiempo a reflexionar o pensar mejor lo que dice o hace medite mejor la respuesta y la diga de manera más coherente, más responsable o quizás más diplomática, pero eso no quiere decir que interiormente siga teniendo esa creencia inicial racista, que es la que tenemos que tratar de erradicar de base. Lo único que ha sucedido es que ha pasado de un pensamiento automático a un pensamiento más racional, más controlado, pero recordemos que los seres humanos somos seres emocionales y que la mayoría de nuestros comportamientos iniciales pasan primero por esa respuesta emocional más automática, que solo cambia cuando cambian esas creencias raíz. Lo ideal sería generar pensamientos automáticos basados en la igualdad para evitar el racismo aversivo tan brutal que parece crecer en nuestra sociedad. Y digo aversivo, porque es lo que nos lleva al enfado, el odio, la tensión social y la violencia para intentar justificar nuestra propia creencia errónea.
8 Estrategias contra la discriminación racial
La mejor estrategia para prevenir conductas racistas es la educación y la información, pero la de verdad, la científica, la menos sesgada posible y sin intereses políticos, económicos o incluso personales. Debemos potenciar a través de la educación, entre otras, estas cualidades en nuestros jóvenes, que serán los adultos del mañana:
- Inteligencia emocional. Es fundamental crear cultura emocional, como decíamos antes, somos seres emocionales que nos guiamos por lo que las emociones despiertan en nosotros. Por tanto si asociamos una emoción a un aprendizaje erróneo, por una creencia falsa sobre una determinada cuestión, la emoción que se generará será acorde a lo aprendido, es hasta normal que suceda si no se hace bien. Aprender desde pequeños acerca de los componentes de la inteligencia emocional tales como la empatía, el autocontrol, la autoconciencia, habilidades sociales o la asertividad es primordial para que esos aprendizajes automáticos y emocionales sean coherentes a la realidad social.
- Pensamiento crítico. Relacionado con lo anterior, nuestro cerebro tiende a pensar de manera automática, mediante lo que se llama en psicología heurísticos. Esto evolutivamente nos viene bien porque sino tendríamos que gastar demasiada energía en pensar racionalmente los más de 35.000 problemas a los que tiene que dar respuesta nuestro cerebro. Normalmente esto funciona, porque nuestro aprendizaje suele ser eficiente, pero también genera sesgos y errores al procesar de manera automática y no reflexiva. La reflexión y el pensamiento crítico es lo que nos hace ser más humanos, lo que nos hace Homo Sapiens Sapiens de verdad. El pensamiento crítico es la capacidad de dudar de que lo que tenemos delante de nosotros y que tendemos a dar como cierto, es siempre cierto. Si no potenciamos esta cualidad, nos creeremos todo lo que nos dicen, por tanto las creencias racistas se tomarían siempre como verdaderas, aunque no lo sean. El ejemplo es que un niño se va a creer todo lo que le digas, en su inocencia e ignorancia, es normal. Por tanto, aprendámosles a que tengan esa habilidad crítica para tomar decisiones propias y no alineadas.
- Información. Como digo en mis charlas siempre: todos somos ignorantes en muchas cosas, y cometemos errores, pero tratemos de ser menos tontos. Las personas que cometen errores por falta de información son ignorantes, pero los que la cometen a pesar de tener buena información comienzan a hacer tonterías. Aún así haremos tonterías, pero que sean las menos. Para ello necesitamos transmitir información y capacidad para buscar información veraz, científica y contrastada con una buena referencia para que se convierta esa creencia real y no sesgada por ninguna ideología interesada en otros fines. Es importante que sepan de dónde procede la información, para crear una buena creencia sobre ella. Los niños y niñas son esponjas de aprender, por tanto acercar información acerca de otras culturas, etnias, evolución o incluso sucesos históricos relacionados fomentará la mejor relación intercultural. Tanto para unos como para otros, porque el racismo suele ser en ocasiones bidireccional, pero solo se focaliza la atención en una de las partes y debe ser en ambas.
- Diálogo. A veces nos da miedo hablarle a los niños sobre determinadas cuestiones, entre ellas las cuestiones raciales, las sexuales o aquellas en las que nosotros mismos, nuestras generaciones anteriores no han sabido hablarnos. Es momento de hablar. Los niños son más listos de lo que creemos y entienden todo lo que se les explica. Hablando se entiende la gente. Por eso, fomentar los debates en clase, o juegos de roles para potenciar la empatía, puede ser una buena estrategia para mejorar este tipo de valores societarios.
- Jugar y dejar jugar. Lo decía antes, dos niños de diferentes etnias van a jugar juntos y crear vínculos sin necesidad de nada más. Somos seres sociales diversos. A través del juego, del deporte, de la interacción del niño con diversas comunidades, fomentarán el generar creencias más acordes a la realidad y menos estereotipadas. A veces son los adultos los que, inconscientemente, inculcan esa creencia de con quién sí y con quién no deben jugar los niños. Jugar es la mejor estrategia, jugar con conocimiento igualitario es la mejor solución.
- Condenar el racismo. Cuando existe cualquier tipo de acto o conducta racista se debe de condenar y no dejar pasar. No darle importancia es darle la razón al que insulta o discrimina sin razón. No se debe tolerar este tipo de situaciones para no naturalizar la situación. Con condenar me refiero a no reírse del chiste del vecino, de la broma del compañero de clase, o insultar justificándose en que “lo hacen todos”. Como sucede en un campo de fútbol.
- Medios de comunicación. Se debe evitar la información sesgada, los titulares del click bait que luego nadie lee o revisa. Además, de no solo señalar o informar cuando pasan cosas malas relacionadas con el racismo sino cuando sucede todo lo contrario, porque no siempre sucede y se deben naturalizar las buenas prácticas para reforzar ese sentimiento de querer formar parte de ellas. Los medios de comunicación y las redes sociales es de donde se nutre la mayoría de la gente de esa información por lo que son claves en este proceso.
- Naturalizar. Sin más, somos iguales, pero diversos, y eso es lo natural y normal. Punto. Sin más rodeos, sin más importancia, cuando lleguemos a esa situación de naturalidad habremos ganado la batalla al racismo.
Labor de todos para todos
Por tanto, es labor de todos luchar contra la lacra del racismo, de la discriminación del tipo de que sea. Es una labor tediosa y compleja, que implica tiempo y dedicación que a veces no se posee o que incluso no interesa a todos, por miedos irracionales como creer que ciertos colectivos nos limitan libertades, la economía o el empleo; por favorecer a unos pocos y no a todos. Debemos intentarlo para construir una sociedad equitativa en igualdad real de condiciones, porque eso generará mejor prosperidad para todos. Seguro. Un abrazo, humanos.
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