Las disfunciones sexuales son problemas fisiológicos, cognitivos, afectivos o motores que dificultan el disfrute satisfactorio de las relaciones sexuales en todas sus dimensiones, desde el inicio de la atracción hasta el culmen del orgasmo. Uno de los problemas que más preocupa y más cohíbe a los hombres en sus relaciones es la disfunción eréctil, conocida también vulgarmente como impotencia sexual.
Hoy en día, la disfunción eréctil es una trastorno que tiene un diagnóstico con soluciones adecuadas para cada caso tanto a nivel farmacológico mediante el uso de medicamentos para la impotencia sexual bajo prescripción médica, sobre todo cuando las causas son de índole vascular, o con la ayuda de terapia sexual psicológica cuando el motivo del problema tiene una razón más cognitiva o emocional.
Los tratamientos actuales mejoran de manera considerable la capacidad de rigidez y mantenimiento de la erección del que la sufre mejorando sus relaciones sexuales y la confianza sobre las propias capacidades sexuales, que en ocasiones son limitantes a la hora de establecer este tipo de intimidad con la pareja.
La impotencia sexual es algo difícil de asumir y que en ocasiones se oculta a los demás por miedo al rechazo de una posible pareja sexual o por el simple temor de sentirse inferior al resto de personas que manifiestan una vida sexual plena. Esta frustración hace en ocasiones que se creen falsas creencias sobre lo que es o no es una disfunción eréctil como problema sexual real.
Existen personas que creen que sufren de disfunción eréctil y su propia creencia reafirma su condición, esto es un problema cognitivo-emocional muy frecuente que genera todavía más ansiedad ante el acto sexual y estrés sexual. Malas combinaciones para una relación sexual plena.
Sufrir de disfunción eréctil no es haber tenido en ocasiones una impotencia puntual o no lograr la erección necesaria durante el acto sexual en determinadas ocasiones, sino que implica un mantenimiento de la alteración durante un determinado periodo de tiempo. Concretamente, el Manual Diagnóstico de Enfermedades Mentales (DSM-V) habla de de este diagnóstico como trastorno eréctil cuando se produce en el 75%-100% de las actividades sexuales en pareja o bien si es generalizada en todos los contextos al menos uno de los siguientes tres síntomas:
Además, este trastorno debe ser diagnosticado en función de si se ha producido a lo largo de toda la vida del individuo o si ha sido adquirido tras periodos de actividad sexual normal o si se produce de manera generalizada o en función del contexto o la situación concreta, por ejemplo, con determinados tipos de estimulación sexual.
El proceso de excitación sexual masculina presenta diferentes fases durante las cuales deben coordinarse diferentes factores para que se produzca de manera satisfactoria. Durante el proceso intervienen diferentes centros de procesamiento cerebral y procesos cognitivos que dependen en parte de las propias creencias del sujeto y por otro lado aspectos más fisiológicos como la producción correcta de hormonas, los nervios, la musculatura y el estado de los vasos sanguíneos.
Si alguno de estos factores tiene un déficit podría dar lugar a disfunción eréctil, por tanto, las razones son de índole psicológica por un lado y fisiológicas por el otro. En general, los principales motivos de impotencia sexual son:
A nivel cognitivo-emocional el no lograr tener un equilibrio va a afectar directamente a la producción de la casuística necesaria para resolver correctamente el acto sexual, principalmente por:
Como seres biológicos que somos, cada movimiento que realizamos, aunque es motivado por nuestro cerebro y emociones, solo se llevará a cabo cuando el resto de mecanismos fisiológicos funcionan correctamente. Por tanto, podemos tener mentalmente una buena salud sexual pero que físicamente, por el motivo que sea, no funcione correctamente, y viceversa. En este sentido a nivel físico algunas de las causas de disfunción eréctil son:
La disfunción eréctil es un problema más común de lo que parece, pero que tiene tratamientos tanto psicológicos como farmacológicos que mejoran la respuesta sexual de manera evidente. Deja atrás la vergüenza por contarlo y da el paso de ponerte en manos de tu médico y/o psicólogo especialista para comenzar a tener o recuperar una vida sexual satisfactoria.