Food

(Español) Todos los mecanismos psicológicos detrás de la comfort food

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Para empezar, ¿sabes qué es la confort food? Es muy simple, la traducción literal es ‘comida reconfortante’. La definición que los diccionarios de lengua inglesa ofrecen de este término es la siguiente: “comida que reconforta y da una sensación de bienestar, normalmente con un alto contenido en carbohidratos y azúcar, y que se asocia con la niñez o con la cocina casera”. Así nos queda más claro, ¿verdad?

La confort food es como la zona confort, es decir un lugar íntimo donde nos refugiamos cuando fuera las cosas no pintan bien. Por eso, es algo subjetivo y personal. Para uno será el chocolate, para otro el arroz con leche. Los psicólogos lo llaman “sucedáneo social”.

¿Te mueres por unas croquetas o una ensaladilla rusa? ¿Se te hace la boca agua pensando en unos huevos rotos con jamón? ¿Por qué no utilizas este código descuento Just Eat? Sea cual sea tu comida preferida, seguro que la tienen y podrás transportarte a tu lugar soñado.

Cierto es que cada cual tiene sus islas felices, sus añoranzas y sus platos preferidos, pero en general la comfort food nos lleva a una comida natural, fresca, sencilla, con una buena materia prima, sin artificios ni aditivos. Este concepto se acuñó en Estados Unidos en los años setenta, pero nosotros empezamos a usarlo solo ahora. ¿Por qué? Posiblemente porque en los últimos tiempos nos hemos ido distanciando de nuestras tradiciones, dedicándole menos tiempo a la cocina. Siempre con prisas, siempre agobiados, siempre preocupados por las dietas y las calorías, hemos dejado atrás el sentarnos con calma a saborear un plato de cuchara, un cocido o unos deliciosos huevos fritos en los que mojar una buena rebanada de pan. Posiblemente también porque estamos viviendo momentos complicados y necesitamos unos mimos extra.

¿Acaso echas de menos la comida de tu abuela o de tu madre? ¿Sientes añoranza por la cocina de antaño, sin espumas, sin cocciones a baja temperatura, sin elaboraciones gourmet? ¿Nos hemos cansado de todo eso? ¿Se nos han pasado las ganas de comer poquito y en plato pequeño o comida light para lucir palmito? ¿Nos han dejado de preocupar las viandas calóricas? Quizá un poco sí, porque de todo se cansa uno. Pero quizá detrás del hecho de que tengamos ganas de volver a la comida casera, contundente y calórica, se esconden otros motivos. ¿Quieres descubrir cuáles? ¿Qué mecanismos psicológicos nos llevan a buscar la confort food?

  • BUSCAR EMOCIONES POSITIVAS

Comer nuestro plato preferido nos ayuda a superar momentos de estrés. Cuando comemos lo que nos gusta nuestro cerebro genera asociaciones con un evento agradable. Esos olores, esos sabores y texturas nos dan felicidad a nivel psicológico.

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  • CONCEDERNOS UN PREMIO, UNA RECOMPENSA

Las circunstancias en las que vivimos actualmente nos hacen sentir nostalgia de la familia, añoramos los lugares en los que hemos crecido y a los que quizá ahora no podemos volver, y cuando nos cocinamos alguno de estos platos, un poco volvemos a esos recuerdos. Hallamos consuelo en la comida, es un premio que nos concedemos, una recompensa, y eso está bien, si lo hacemos de una forma equilibrada.

¡ATENCIÓN!

Es muy importante consumir este tipo de comida con moderación, porque la solución a nuestros problemas, a la situación que nos puede estar causando sufrimiento, no está en la comida.

Si acabas refugiándote en la comida de una forma compulsiva y automática para evadir tus problemas, se pueden desatar en ti sentimientos de culpabilidad, al ver que ganas peso y pierdes tu autocontrol y paulatinamente tu autoestima. Intenta no caer en ese círculo vicioso.

Es una cuestión de equilibrio. Puedes buscar alivio y consuelo en un plato de paella, pero también leyendo un libro, escuchando música, bailando o saliendo a correr. No establezcas una dependencia enfermiza hacia la comida.

Los griegos decían Medén ágan, ‘nada en demasía”, así que disfruta con moderación. Concédete el capricho, disfruta del plato que te recarga de energía y entonces, con las pilas puestas y el corazón cargado, busca resolver tus conflictos. No te apures, que “una vez al año no hace daño”… y si no, “que te quiten lo bailao”.

 

Redacción

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