En 1966, el programador informático Joseph Weizenbau, que trabajaba como profesor de informática del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), lanzó ELIZA, el primer chatbot de la historia. Llamado así en honor al personaje de Eliza Doolittle de la obra Pigmalión de George Bernard Shaw, este primer software conversacional imitaba a un psicoterapeuta. Aunque sólo podía reformular las frases de los pacientes en forma de preguntas, ya que seguía el modelo de la psicoterapia centrada en el cliente de Carl Rogers, ELIZA demostró el potencial de la Inteligencia Artificial (IA) en el campo de la psicología.
Hoy en día, la Inteligencia Artificial es más popular que nunca. Tan solo hace falta ver el número de alumnos matriculados en los cursos de especialización FP de Inteligencia Artificial y Big Data, que es, junto con la FP de DAM en Madrid, una de las titulaciones más demandadas, para darnos cuenta de la popularidad de la IA. No es de extrañar teniendo en cuenta que estos sistemas que imitan la inteligencia humana se utilizan en casi todos los campos, entre ellos el de la psicología, ya que hacen que la experiencia de trabajo sea más eficiente y rápida. La IA está abarcando desde los campos más importantes a los más sencillos, ayudando a las personas a realizar su trabajo habitual con mayor precisión y eficacia y con un alto rendimiento.
La psicología es una de las áreas de interés más recientes para la Inteligencia Artificial. A medida que los investigadores y los profesionales adoptan cada vez más la tecnología para mejorar su trabajo, la IA está a punto de revolucionar la investigación y la práctica psicológica de varias maneras.
Una de las aplicaciones más prometedoras de la Inteligencia Artificial en el campo de la psicología es el diagnóstico y tratamiento de la salud mental. Por norma general, los métodos de diagnóstico tradicionales se suelen basar en autoinformes y observaciones clínicas, que pueden ser subjetivas y propensas a sesgo. Sin embargo, la IA tiene la capacidad de analizar grandes cantidades de datos procedentes de diversas fuentes, como historiales médicos y actividad en redes sociales, para identificar patrones y correlaciones que puedan indicar problemas de salud mental. Esto conduce a diagnósticos más precisos y oportunos, así como a planes de tratamiento personalizados adaptados a las necesidades y circunstancias de cada paciente.
La Inteligencia Artificial también puede contribuir al campo de la investigación psicológica. El análisis de datos basado en la IA puede ayudar a los investigadores a descubrir nuevos conocimientos y patrones en el comportamiento, la cognición y las emociones humanas. De hecho, los algoritmos de aprendizaje automático pueden analizar conjuntos de datos a gran escala procedentes de estudios de neuroimagen para identificar los correlatos neuronales de diversos procesos psicológicos. Gracias a ello, los investigadores pueden comprender con mayor profundidad los mecanismos subyacentes de los trastornos mentales.
No cabe duda de que la IA es una herramienta laboral que tiene el potencial de transformar significativamente el campo de la psicología, desde la mejora del diagnóstico y el tratamiento de la salud mental hasta el avance de la investigación y la evaluación psicológica. Aunque pueda parecer que la IA puede hacerlo todo por sí misma, sigue necesitando un profesional que supervise la tecnología para interpretar los datos que proporciona. Por este motivo, es importante que los psicólogos adopten estos avances y exploren formas innovadoras de integrar la IA en su trabajo