A lo largo de los últimos años, la ciencia ha dirigido su mirada hacia el cannabidiol o CBD. Este cannabinoide no psicoactivo se ha posicionado como fuerza en el ámbito terapéutico y cosmético y, lo cierto, es que no es extraño si tenemos en cuenta sus potencialidades. Con respaldo en una amplia gama de estudios científicos, ha demostrado un potencial que abarca desde el alivio del dolor hasta el cuidado de la piel y la reducción de la ansiedad. Pero, ¿qué es el cannabidiol? ¿qué relación tiene con el hachis? ¿Cuáles son sus diferencias con el THC?¿que es el hachis? A continuación, analizaremos con detalle sus propiedades y responderemos a la gran pregunta. ¡Toma nota!
El cannabidiol ha ganado reconocimiento por su potencial analgésico, respaldado por una serie de estudios clínicos que han demostrado su efectividad en la mitigación del dolor, incluyendo el dolor crónico. El alivio que proporciona el CBD se presenta como una prometedora alternativa a los tratamientos convencionales, ofreciendo una opción menos invasiva y con menos efectos secundarios. De hecho, hoy constituye un componente esencial dentro de muchos bálsamos para deportistas.
La paliación de los síntomas de las afecciones inflamatorias este componente también ha logrado posicionarse como una alternativa probada dentro de la comunidad científica con diferentes estudios (por ejemplo, Cannabidiol (CBD) and its analogs: A review of their effects on inflammation por la Massachusetts Medical School) que constatan su efectividad para el tratamiento de condiciones como la artritis. Hoy el CBD constituye un recurso ampliamente utilizado para reducir la inflamación en el caso de aquellos quienes padecen dolencias inflamatorias crónicas.
Diversos ensayos clínicos como Use of cannabidiol for the treatment of anxiety: a short synthesis of pre-clinical and clinical evidence. Cannabis and cannabinoid research de Madison Wright (2020) han confirmado su capacidad para reducir los estados de estrés, lo que lo convierte en un valioso recurso en el manejo de trastornos nerviosos y de ansiedad social. La esperanza reside en la posibilidad de enfrentar estos desafíos mentales con un enfoque menos invasivo que las terapias tradicionales.
Si bien es un proceso inevitable, la ciencia ha demostrado que ciertos compuestos pueden ralentizar sus efectos. En este sentido, el CBD se presenta como un antioxidante eficaz. Diferentes análisis llevados a cabo por investigadores de la Universidad de Bonn, Andras Bilkei-Gorzo y Andreas Zimmer, sugieren que combate los radicales libres, lo que contribuye a prevenir el envejecimiento celular y el daño oxidativo. Esta propiedad antioxidante abre la puerta a una gama de productos para el cuidado de la piel y el bienestar general.
Varios estudios en modelos animales como Neuroprotective Effect of Cannabidiol Against Hydrogen Peroxide in Hippocampal Neuron Cultureconfirman de Kim Jungnam (2021) sugieren que el CBD puede desempeñar un papel crucial en la protección del sistema nervioso en condiciones como la esclerosis múltiple. Si bien se necesita más investigación, estos hallazgos sugieren un potencial terapéutico significativo para quienes enfrentan enfermedades neurológicas.
En 2011, un estudio pionero llevado a cabo en la Universidad Estatal de Louisiana utilizó el cannabinoide THC, que comparte propiedades con el CBD. En dicho estudio, simios infectados con SIV, equivalente al VIH en humanos, experimentaron un efecto antiinflamatorio notorio. Los simios, en consecuencia, experimentaron mejoras significativas en su salud, que incluyeron la reducción del dolor, un aumento en el apetito y una prolongación de sus vidas. Estos resultados sugieren que el CBD y otros cannabinoides pueden influir en la regulación de las células T4, las cuales desempeñan un papel crucial en la producción excesiva de citocinas 3 en el organismo, especialmente como respuesta a la invasión de microorganismos. Esta regulación potencial podría ofrecer una valiosa herramienta para controlar el sistema inmunológico y prevenir desequilibrios perjudiciales. Además, esto se suma a su poder como bactericida. En la conferencia anual de la Sociedad Estadounidense de Microbiología en 2019, se expuso una investigación que señala que el CBD demuestra ser “notablemente eficaz” en la eliminación de diversas bacterias, incluso algunas cepas que han desarrollado resistencia a los antibióticos.
A pesar de compartir un origen común en la planta de cannabis, el THC (tetrahidrocannabinol) y el CBD (cannabidiol) presentan diferencias fundamentales en sus efectos y aplicaciones.El THC es psicoactivo y puede causar una sensación de “euforia”. Además, esta viene acompañada de riesgos, como la adicción, problemas de salud mental y un retraso en el aprendizaje, particularmente en consumidores jóvenes. Por su parte, el CBD, no es psicoactivo y, de hecho, como hemos podido ver, cuenta con propiedades terapéuticas. Los productos derivados del CBD están disponibles sin THC o con cantidades insignificantes, lo que los hace seguros para su uso en una variedad de aplicaciones médicas y cosméticas.A nivel de composición, el cannabidiol se encuentra principalmente en el cáñamo, una variedad de la planta de Cannabis Sativa que contiene un bajo porcentaje de tetrahidrocannabinol. El tetrahidrocannabinol, por otro lado, se encuentra en otras variedades de cannabis y no en el cáñamo. Sin embargo, en la búsqueda de beneficios terapéuticos, se han diseñado plantas de marihuana con bajo o nulo THC y alto contenido de CBD.A lo largo de la historia, el cáñamo ha sido utilizado en una variedad de aplicaciones, desde alimentos hasta cosméticos y textiles, y no produce tetrahidrocannabinol. Por otro lado, la marihuana se cultiva principalmente por sus cannabinoides, incluyendo el THC. Estas diferencias en las plantas han llevado a regulaciones legales distintas en muchas partes del mundo.
