La nutrición y la psicología son ámbitos de la ciencia que van de la mano en muchos ámbitos de nuestra vida. El dicho que dice que “somos lo que comemos” algunas veces se vuelve realidad, ya que nuestra dieta o la forma que tenemos de comer influye directamente sobre nuestro bienestar, tanto a nivel físico como a nivel emocional.
La alimentación es uno de los comportamientos humanos básicos, por tanto que la psicología esté muy presente en su desarrollo no es de extrañar. La ciencia que estudia este comportamiento y nuestros hábitos alimenticios es la denominada psiconutrición o psicología de la alimentación que nos ayudará a entender mejor todo este proceso en beneficio de nuestros objetivos, ya sea referente a una dieta o a un problema con la comida mayor relativo a un trastorno de la conducta alimentaria o algún tipo de problema derivado de la obesidad. Es importante que aquellas personas que se decante por realizar una dieta online tengan muy presente la posibilidad de poder contar con el apoyo de un profesional de la psicología demás del especialista en nutrición, que gracias a su experiencia guiará a la persona hacia la consecución de sus objetivos, siempre dentro de un marco saludable.
Comer es una motivación humana básica para su subsistencia y es prácticamente el primer instinto natural que tenemos, nutrirnos e ingerir aquellos alimentos que nos aporten la energía necesaria para el resto de nuestras conductas. La conducta de alimentarse es una motivación primaria. Tenemos hambre: comemos. El hambre es el primer detonante de la búsqueda de alimento y podría considerarse una emoción desencadenada con ese fin. Es aquí donde la psicología cobra mayor relevancia y se hace las siguientes preguntas: ¿por qué comemos?, ¿por qué comemos lo qué comemos?, ¿qué nos impulsa a comer? Todas estas preguntas tienen sus respuestas en una base psicobiológica localizada en el hipotálamo ventromedial y el hipotálamo lateral de nuestro cerebro, principalmente.
Ser capaz de tomar consciencia sobre estos impulsos que tenemos sobre unos u otros alimentos será de gran importancia para controlarlos y saber dirigir nuestro apetito a aquellos alimentos que nuestro nutricionista nos ha dicho que son más saludables para nosotros. Se trata de redirigir y reaprender nuestra conducta alimentaria para evitar caer en las tentaciones que muchas veces nos entran por los ojos o que nos invaden culturalmente dentro de la sociedad, muchas veces con el único fin de vender más e influenciados por el estrés en el que vivimos donde cada vez dedicamos menos tiempo a cocinar o encontrar los alimentos apropiados.
Caemos demasiadas veces en la tentación de alimentos hipercalóricos, alimentos precocinados que no nos aportan los niveles apropiados para nuestro equilibrio homeostático, a todos los niveles. Esto unido a una vida sedentaria falta de actividad física da lugar a una acumulación de calorías y otros problemas de salud que saturan las urgencias de problemas derivados de una mala alimentación: algunos problemas físicos como obesidad, colesterol alto, diabetes, etc., y otros también con gran componente psicológico.
Sí, nuestra alimentación es emocional y llevar una mala alimentación puede provocar emociones negativas en nosotros como culpabilidad, cambios de estado de ánimo, ansiedad incontrolada derivada de la ingesta, etc. La comida se puede convertir en un vehículo para saciar situaciones de ansiedad, es lo que llamamos hambre emocional y es una conducta desadaptativa que nos lleva a comer no por la necesidad biológica sino por una necesidad psicológica, para aliviar un requerimiento de nuestro sistema de recompensa cerebral donde la dopamina es el neurotransmisor que nos incitan a seguir comiendo. Es situación puede desencadenar en pensamientos negativos y un bucle de conducta del que hay que salir para no caer en males mayores.
Cuando la necesidad no viene derivada de una saciedad biológica o unas necesidades fisiológicas básicas o de nutrientes que equilibren nuestro estado interno se dan los comportamientos desadaptativos en la alimentación. Algunos de esos factores psicológicos que nos impulsan a comer de forma desordenada son, entre otros: presencia de comida, presencia de otras personas comiendo, horarios, estrés y sueño desrregulado, estado de ánimo, la novedad y variedad de los alimentos, olores, comida vistosa, etc.
Otro de las pilares en los que la psicología se relaciona directamente con la nutrición es que las personas en muchas ocasiones tienen la teoría o se informan debidamente de las formas para comer mejor tanto en hábitos como en alimentos, pero sin embargo les falta la motivación necesaria para iniciar la rutina de una nueva dieta y cambiar sus conductas anteriores por unas más saludables. Los psicólogos pueden servir las herramientas necesarias para el cambio personal en la nutrición motivando hacia los objetivos y realizando un seguimiento para consolidar ese cambio que tanto beneficio sobre nuestra salud puede tener. Empieza a comer bien, empieza a sentirte bien.