Aprender a gestionar la frustración es necesario, ya que no siempre lograremos todo aquello que nos propongamos, pues, la frustración se trata de una emoción que se vive cuando un obstáculo se interpone y nos impide lograr nuestro objetivo.
Puede que se trate de un deseo, una ilusión o un proyecto, pero muchas veces la situación cambia y, al no cumplirse, nos sentimos impotentes. A su vez, la frustración despliega otras emociones, tal como la ira o la tristeza. Por ello es tan importante aprender a gestionar la frustración.
Si algo no se hace realidad, sentimos vacío, impotencia, enojo, muchas otras emociones que vienen como respuesta al hecho de que nuestras expectativas no fueron cubiertas o cumplidas. Si no aprendemos a gestionar esta emoción, puede que dejemos de perseguir incluso nuestros sueños.
Por suerte, disponemos de la inteligencia emocional, la cual no se rige solo por las emociones, sino por un adecuado pensamiento y desarrollo emocional. La inteligencia está definida como una serie de habilidades que una persona adquiere, bien sea desde pequeños, o durante el resto de la vida, en la que priman la empatía, el autocontrol, la motivación de uno mismo, el entusiasmo y el poder controlar las emociones.
Toleramos la frustración cuando podemos afrontar de forma adaptativa una situación que es adversa, no respondemos con agresividad y continuamos con nuestros objetivos. En otras palabras, la inteligencia emocional nos permite alcanzar un nivel alto de madurez y de equilibrio en la vida.
Algunas pautas para gestionar la frustración son las siguientes:
Asimismo, recuerda centrarte en actividades que te ayuden a gestionar las emociones que te causan malestar y conéctate con aquellas que te hacen sentir bien.
Nunca tomes las cosas a modo personal; además, las situaciones que son frustrantes, suelen ser pasajeras.
Recuerda que nada es permanente, la frustración tampoco se quedará allí para siempre, porque tenemos la opción de reinventarnos cuantas veces queramos.
Trabaja en tu autoestima, porque querernos a nosotros mismos nos ayuda a manejar mejor la frustración.
Por último, no intentes ser perfecto, pues, todos podemos cometer errores, pero podemos seguir aprendiendo y avanzando.
Nunca escatimes pedir ayuda si lo consideras necesario, pues, si el grado de frustración es muy alto, y te sientes sin salida, busca apoyo con un profesional de la salud mental.
Bibliografía: