Cuando hablamos de problemas dentro de una relación de pareja es muy habitual que muchos de ellos estén relacionados con una mala gestión de las expectativas o mala interpretación cognitiva de determinadas situaciones. Esto da lugar a falsas atribuciones o valoraciones de los comportamientos de uno y otro miembro de la pareja que genera problemas de pareja recurrentes. Estas creencias personales pueden ser creadas con anterioridad a la relación de pareja actual, ya sea durante la infancia, adolescencia o a raíz de otras relaciones ya sean de amistad o de pareja, o bien durante la propia relación actual. Estas creencias irracionales o falsas creencias que se han formado pueden crear situaciones conflictivas y bloqueos que den lugar al fracaso en una relación presente o futura.
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Por tanto, es importante aprender a identificar estas creencias o sesgos cognitivos relativos a las relaciones de pareja para mejorar nuestro comportamiento y reestructurar el pensamiento relativo a las mismas. En muchos casos necesitará de la ayuda de un psicólogo profesional que los oriente en el camino de la reestructuración a través del asesoramiento o la terapia de pareja.
Existen tres grandes bloques de aspectos cognitivos a considerar: creencias o sesgos cognitivos, expectativas y atribuciones (Beese y Stratton, 2004).
Los sesgos cognitivos o creencias van a determinar en gran parte la manera de desarrollar una relación ya que la forma de pensar interna e independiente de la otra persona nos hará dudar o no de la otra persona en función de determinadas situaciones. Estas creencias inadecuadas generará comportamientos y pensamientos negativos respecto a lo que debería basarse una relación de confianza en pareja. Algunos de estos comportamientos pueden dar lugar a celos irracionales, desmotivación, apatía o incluso falta de deseo sexual entre otros.
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Las personas tendemos a tener una idea o pensamiento sobre lo que una pareja debe aportarnos, lo que una pareja nos debe brindar y las necesidades que nos debería cubrir de manera que satisfaga acorde a nuestros pensamientos e ideales. Generalmente estas expectativas se crean y a través de la comparación de la pareja actual real con la representación de la pareja ideal, que además se ve sesgada con la comparación con otras parejas anteriores o parejas de amistades o referentes que se puedan tener. Este análisis interno de la persona va a realizar de manera constante una evaluación y reevaluación de la gratificación de actual estado de pareja y repercutirá, ya sea porque está hacia un lado positivo o un lado negativo de su representación ideal, en los comportamientos y pensamientos relativos a la pareja. Cuando existen unas expectativas excesivas y no se satisfacen unos mínimos deseables se empiezan a desvalorar o minimizar las gratificaciones que se reciben de la otra pareja. Cuando se ha comparado bajo otros ideales irreales que no eran competencia de la pareja actual culpándola de manera injusta de no ser capaz de satisfacer las necesidades personales.
Esta idealización no compensada crea unas expectativas no cumplidas por una creencia personal individual ajena a la de la otra persona. Esto ocasiones comportamientos derivados de esa frustración tales como enfados, hostilidad o evitaciones. Esto reducirá paulatinamente la motivación por desarrollar conductas positivas dentro de la pareja como única y personal. Las relaciones son diferentes unas de otras y se debe de asumir, conocer y construir a través de ellas en conjunto para identificar correctamente cuales son las cualidades reales de la pareja, conocerla mejor y mantener una reciprocidad y equilibrio entre ambos. Esto no quiere decir que uno tenga que dar más o menos, sino que cada miembro de la pareja dará hasta donde sea capaz de dar en relación a su forma de ser y personalidad y la otra deberá conocerla y valorarla en función de esa personalidad propia. El problema surge cuando la persona que hace por y para otra persona no recibe lo que sus expectativas desean. Lo correcto es hacer y dar lo que uno desea sin tener porqué pensar en recibir aquello que el constructo irreal de pareja ideal se ha formado porque la pareja actual no tiene porqué ser con la ideal.
El hecho de comportarse acorde a las necesidades personales o gratificar a la otra persona sin esperar nada a cambio sí es positivo siempre y cuando ambas personas disfruten de ese comportamiento aunque el de una de ellas no sea exactamente el esperado. Por ejemplo, un regalo es un regalo aunque uno regale más que el otro. Regalar por esperar que la otra persona le regale lo mismo o parecido sería crear una falsa expectativa y posible frustración si no logra el mismo nivel de regalo. El tipo de reciprocidad en los intercambios que mantiene a la pareja no tiene que ser igual para uno que para el otro y a la vez mantener la pareja en equilibrio igualmente.
Las atribuciones de causalidad pueden modificar el significado de un determinado comportamiento . Los sucesos suelen darse con cierta independencia por lo que lo que cada miembro de la pareja le atribuye a esa situación pueden ser muy diferente. Esto puede ocasionar tensiones y repercutir en el clima emocional de la pareja. Las atribuciones no siempre son igualmente racionales porque van a depender del estado emocional de cada persona por lo que la información puede ser percibida de manera sesgada.
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Tres aspectos son de los que va a depender la interpretación de un suceso y su repercusión emocional y cognitiva:
Normalmente, una pareja estable y que se considera en un mejor equilibrio emocional suele realizar atribuciones externas y situacionales a una situación negativa. Por ejemplo: hoy no quiere que vayamos al cine porque ha tenido muchos problemas en el trabajo. Las parejas más saludables suelen realizar atribuciones internas y estables a los eventos positivos. Por ejemplo: me ha hecho un regalo porque se ha acordado de mí, me quiere mucho.
Sin embargo, las parejas disfuncionales hacen lo contrario: atribuciones internas y estables a los sucesos negativos (ejemplo: no ha querido ir a pasear porque no me valora) y atribuciones externas y situacionales a los positivos (ejemplo: me ha felicitado el cumpleaños porque se lo ha recordado Facebook). Las parejas que sufren mayores conflictos suelen ser las que atribuyen una situación a una valoración global, interna y estable siendo más complicado de cambiar este tipo de situaciones ya que este tipo de pensamientos suelen ser viciosos y en bucle. Se generan más situaciones de externalización de la culpa y responsabilidades del problema ajenas a uno mismo.
Las variables cognitivas solo son algunas de las que influyen en una buena dinámica de pareja y son las más difíciles de reorientar y reconocer al tratarse de algo tan personal y arraigando en nuestra creencias mentales individuales. Además, debemos tener en cuenta otro tipo de variables como son las afectivo-emocionales y la variables de comunicación que conformen entre ambas gran parte de la piedra angular de una buena relación de pareja. El paso más importante es reconocer el problema y tomar autoconciencia del mismo, ya no solo para arreglar el problema de pareja actual sino para mejorar nuestras relaciones futuras y privarlas de malestares emocionales y cognitivos hacia una relación de pareja saludable y reconfortante. La mejor ayuda: acu
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Referencias y bibliografía:
Beese, A. G. y Stratton, P. (2004). Causal attributions in delusional thinking: An investigation using qualitative methods. British Journal of Clinical Psychology, 43(3), 267-283.
Hernández, E., Labrador F.J. Olano, S. (2015) Intervención psicológica en terapia de pareja. Ediciones Pirámide Madrid