La religión nunca se ha llevado del todo bien con el sexo. Esto concuerda con que las relaciones sexuales de los creyentes son menos satisfactorias que las de las personas que se consideran ateos o agnósticos. O al menos estos es lo que desvela el estudio del psicólogo social americano Darrell Ray (nacido en Kansas en 1950), llamado Sexo y secularismo.
En su estudio partió de sus propias experiencias personales al ser criado en una familia cristina muy vinculada a la iglesia y lo comparó con entrevistas a 14.500 personas de edades comprendidas entre los 25 y los 30 años.
Los resultados fueron evidentes. El sentimiento de culpabilidad fue de casi el doble para los creyentes que para el grupo de los no creyentes. En cuanto a religiones, los practicantes de las religiones más estrictas con los valores morales obtuvieron una media de 8,9 sobre 10 en culpabilidad. Por el contrario, los ateos y agnósticos solo puntuaron 4,71 para los primeros y 4.81 para los segundos. La religión cristiana obtuvo una puntuación de 6,34. Este descenso lo achaca a la evolución religiosa de las nuevas generaciones que no siguen tanto al pie de la letra lo que predica la religión.
Para aquellos que no tengan claro la diferencia entre el ateo y el agnóstico, ésta radica en que los ateos niegan la existencia de dios o de algún dios o ser superior. Sin embargo los agnósticos, no niegan la existencia de dios, pero creen que es inaccesible al entendimiento humano.
Volvamos al sexo. Este sentimiento de culpabilidad sin embargo, no es suficiente para que no tengan relaciones sexuales, lo único que pasa es “que sólo les hace sentirse mal”, según palabras del propio autor del estudio. Lo que pasa es que después de realizar los actos “impuros” sexuales, ésto les lleva a pedir perdón a Dios por el pecado cometido. Y así, por desgracia, arreglan un montón de cosas más…
El ranking de religiones con mayor connotación negativa al sexo lo encabezan los mormones, seguidos de los testigos de Jehová y los petecostales. Los religión católica ocupa la mitad de la tabla, de las 24 estudiadas los católicos se quedaron en la 11ª posición.
La masturbación, más satisfactoria entre los no creyentes
La masturbación también se analizó en el estudio. En este sentido,el 22,5% de las personas encuestadas admitieron su vergüenza por masturbarse cuando se trataba de personas criadas en hogares muy religiosos y solo el 5,5% tiene ese sentimiento en los hogares no religiosos. Como en todo, la educación sexual temprana es fundamental para liberarse del sentimiento de culpabilidad en la edad adulta. Quizás es buen momento para visitar una tienda especializada como https://www.vivesexshop.com/es/ y empezar a disfrutar de tu propia sexualidad de forma libre.
Las personas que abandonaron sus creencias religiosas admitieron que su vida sexual había mejorado, o al menos la percepción de la misma, subiendo más de 1 punto su grado de satisfacción tras abandonar la religión. Las mujeres fueron las que mejoraron más respecto a los hombres a la hora de desprenderse de los prejuicios negativos de su actividad sexual tras perder la fe.
Críticas al estudio
El estudio cuenta con algunas críticas científicas por los sesgos ideológicos y su caracter simplista y reduccionista, además de la metodología utilizada para recoger los datos (cuestionarios enviados por e-mail). La muestra por tanto no fue realizada con una buena fiabilidad debido a que solo contestarían las personas que se identifican con estos hechos. Sin embargo los datos reflejan una realidad que parece evidente en la sociedad actual, que aunque parece evolucionar hacia una sociedad menos religiosa no cabe duda que ha sido influenciada por la religión en la realización de ciertas conductas, no solo las sexuales.
Darrel Ray, es autor del libro The God Virus: How God infects our lives and culture (2009) que pone en evidencia su contraposición a las religiones y que continúa explicando en el posterior libro Sex and God: How Religion Distorts Sexuality (2012) en el que deja clara su postura en esta cita textual:
“La religión tiene la capacidad de silenciar el pensamiento crítico y crear ceguera en grupos enteros de personas. Puede infectar la mente de los seguidores tan completamente como para permitir que los actos sexuales más graves contra los niños y otras personas que quedaron sin respuesta durante siglos “. Darrel Ray, Sex and God: How Religion Distorts Sexuality
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