Nuestro estado psicológico no es ajeno al excesivo calor. Estos días en España no se habla de otra cosa: hace mucho calor. Es la conversación de ascensor favorita. Los medios de comunicación repiten hasta la saciedad consejos contra la ola de calor. Vamos a intentar explicar un poco lo que sucede en nuestro organismo y mente.
Diferencia entre calor y temperatura.
Empecemos por lo básico. Muchos medios utilizan el término calor para referirse a temperatura y viceversa y no es lo mismo. El calor es la cantidad de energía total de un cuerpo que depende de la velocidad, cantidad, tipo y número de sus moléculas. Mientras, la temperatura no es energía, es la medida del calor en un cuerpo. Por ejemplo, un vaso de agua puede tener la misma temperatura que una piscina pero la piscina tendrá más calor porque tiene más cantidad de agua, es decir más energía térmica.
Esto es importante explicarlo porque el calor es lo que nos hace subir la temperatura. Si estamos en movimiento la temperatura corporal aumentará. Es por eso que cuando hace frío, tenemos escalofríos (temblamos) y cuando hace mucho calor sudamos para que nuestro sudor evaporado en la piel capte esa energía calorífica y por consiguiente disminuya la temperatura corporal, que como todo el mundo sabe, en los humanos debe estar en torno a los 37º. Es decir, los consejos para prevenir que nuestra temperatura corporal se mantenga en niveles saludables se basan en las leyes de la termodinámica. La clave de todo es la energía.
El hipotálamo: termostato interno.
Nuestro cerebro funciona correctamente entre los 35º y los 40º de temperatura y todo lo que esté fuera de esos intervalos empieza a trabajar mal. Pues bien, ¿quién es el encargado de organizar todo esto? El hipotálamo, coordinador del sistema nervioso autónomo. Esta región del cerebro es la encargada de los procesos de homeostasis (equilibrio del organismo). Controla procesos como el hambre, la saciedad, el sueño, el impulso sexual y por supuesto la temperatura interna.
Cuando el hipotálamo detecta que existe variación entre su propia temperatura y la de los termoreceptores de la piel pone en marcha los mecanismos para regularla. Cuando aumenta la temperatura activa procesos biológicos para volver a equilibrar el organismo como la ya mencionada sudoración, la vasodilatación (nos ponemos rojos porque la sangre llega más a la superficie y se enfría mejor con el aire) o la producción de adrenalina (el organismo se siente amenazado).
Efectos psicológicos del calor excesivo.
Son muchos los efectos que el calor excesivo tiene sobre nuestro organismo y por tanto nuestro cerebro, con diversas consecuencias negativas, entre ellas:
Irritabilidad y agresividad.
La producción de adrenalina debido al calor es una de las causas de mayor irritabilidad en las épocas de calor intenso. Según Anderson (1987), el calor predispone a la agresión y confirma la llamada “Ley Térmica de la delincuencia” de Quételet (1833) por la cual los delitos son más frecuentes en épocas estivales.
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Trastornos del sueño.
La vasodilatación de la que hablábamos para liberar calor va a producir un aumento de la intensidad respiratoria y cardíaca que dificulta conciliar el sueño. Según los expertos, la temperatura idónea para dormir son 21º con lo cual si no la tenemos la hiperexcitación cerebral que se produce para conseguirla provocará episodios de ansiedad. El hipotálamo, como ya dijimos también se encarga de regular el sueño y se guía para ello, entre otras cosas, en la temperatura. Y venga a dar vueltas en cama y a no conseguir completar correctamente los ciclos del sueño, con lo correspondiente fatiga al no haber descansado bien.
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Cambios en el estado de ánimo.
El calor es energía, por tanto, lo lógico es que el organismo se aproveche de él. Si tenemos calor, tenemos más energía para gastar y la podemos redistribuir mejor. Estamos facilitando al organismo las tareas, por lo que descansaremos también mejor. Además, la luz solar penetran en el organismo (por los ojos) y estimulan la creación de serotonina y dopamina que elevan nuestro estado de ánimo positivo. No obstante, la energía también puede ser emocional, por tanto el calor extremo puede provocar un estado emocional negativo ya que es una situación estresante y todo lo que implica estrés por encima de lo normal modifica nuestro estado de humor, nos irrita y confunde.
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Golpe de calor.
Es lo que sucede cuando no funciona nada de lo que hemos explicado hasta ahora. El hipotálamo no es capaz de equilibrar la temperatura del cuerpo y esta asciende por encima de los 40º causando dificultades respiratorias, arritmias cardíacas, edemas pulmonares, insuficiencia renal o incluso la muerte. Es importante recalcar que el golpe de calor se produce cuando el organismo falla y no realiza las acciones para equilibrar el organismos (como sudar). En este caso debes llamar inmediatamente a urgencias (en España es el 112).
Consejos contra el calor extremo.
Los consejos contra el calor extremo son los típicos y casi lógicos, porque el propio cuerpo los pide: hidratarse, vestir con ropa que permita la ventilación, protegernos del sol, refrescarse con duchas o baños, no salir a la calle en horas calurosas, consumir alimentos frescos y ligeros, evitar hacer ejercicio físico y menos si es directamente al sol, no consumir bebidas alcohólicas, cafeína o cantidades grandes de azúcar y porque no, dormir la siesta.
Recuerda que la clave es la energía y si el calor nos aporta energía por encima de la que necesitamos, algo está fallando y el hipotálamo se pondrá en marcha.
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Referencias.
Anderson, C.A. (1987). Temperature and aggression: effects on quarterly, yearly, and city rates of violent and nonviolent crime. Journal of Personality and Social Pschology, 52. 1161-1173.
Belloch, A. (2008). Manual de Psicopatología (1ª,Texto Revisado). Ed. McGraw-Hill.
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