El café forma parte de nuestras vidas como mediadora de las mismas. Esta bebida estimulante ejerce tal efecto no solo a nivel biológico sino también como detonante de nuestra rutina y como arma social que actúa como incentivo en nuestras relaciones interpersonales. El café es un estímulo físico para otros muchos comportamientos. El café no solo estimula, sino que motiva.
Muchas son las personas que “necesitan” de una buena taza de café por la mañana para poder iniciar su vida laboral. Es lo primero que buscan nada más levantarse y acompañar su desayuno. Ese primer sorbo de café parecer ser el impulso que necesitan para que el día empiece con buen pie, y cuando no lo pueden tomar es probable que achaquen su mal día a la falta de ese café revitalizador. En todas las despensas de prácticamente todas las casas del mundo existe café en sus diferentes tipos y variantes y si en la tuya no lo hay es buen momento para comprar café orgánico.
Como en casi toda las cosas, tiene una base biológica fundamental: la cafeína. Este estimulante, que no solo se encuentra en el común café sino en otro tipo de sustancias como el chocolate o el té, tiene efecto potenciador sobre la actividad del sistema nervioso central, la respuesta contráctil del músculo esquelético, la contractabilidad cardíaca, la acción diurética, la vasoconstricción de la circulación en el cerebro y la relajación de la musculatura lisa entre otras.
Así que sí, la cafeína nos espabila y su efecto tiene una vida media de entre 3 y 5 horas (Fredholm, 1995). Eso sí, debemos tener muy presente que es un fármaco y se debe realizar un consumo controlado y moderado. No se recomienda el consumo de dosis superiores a 400 mg, las cuales pueden producir niveles muy altos de ansiedad. Para que te hagas una idea, una taza de café normal, dependiendo del tipo y forma de elaboración suele tener entre 27 y 100 mg.
Este efecto en nuestro organismo se debe a que las moléculas de cafeína son ejercen un efecto inhibidor de la adenosina en nuestro cerebro y por eso nos mantenemos más alerta, aumentando la concentración y reduciendo la fatiga. La adenosina es la responsable de inhibir al sistema nervioso central. Desde que nos levantamos vamos acumulando adenosina que nos va induciendo al sueño y a la fatiga. Por eso, cuando tomamos cafeína lo que sucede es que ésta se adhiere a los receptores de la adenosina impidiendo que realice su función inhibitoria.
Como nuestro cerebro es inteligente y sabe que necesita descanso, a medida que vamos aumentando nuestro hábito de consumo de cafeína va creando nuevos receptores de adenosina por lo que necesitaremos más dosis de cafeína para que tenga el mismo efecto, generamos tolerancia a la cafeína.
Diversos estudios científicos están aportando datos sobre los beneficios del consumo de cafeína para nuestro rendimiento cognitivo. Entre ellos cabe destacar:
Por tanto, el café nos sirve para mantenernos más despiertos pero sigue teniendo una función social innegable en nuestra cultura. Cuando queremos ver a alguien solemos utilizar la frase de “¿Tomamos un café?”. Así es como han comenzado grandes historias, con un café.
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Referencias:
Doherty, M, Smith, P.M (2005). Effects of caffeine ingestion on rating of perceived exertion during and after exercise: a meta-analysis. Scand. J. Med. Sci. Sports, 15. 69-78
Fredholm, B.B. (1995). Adenosine, adenosine receptors and the actions of caffeine. Pharmacol Toxicol, 76. 93-101
Giles, G.E., Mahoney, C.R., Brunye, T.T., Taylor, H.A., Kanarek, R.B., (2017). Caffeine and theanine exert opposite effects on mood and attention under emotional arousal. Canadian Journal of Physiology and Pharmacology, 95, 93-100.
Perry, C. S., Thomas, A. K., Taylor, H. A., Jacques, P. F., & Kanarek, R. B. (2016). The impact of caffeine use across the lifespan on cognitive performance in elderly women. Appetite, 107, 69-78.